El otoño aviva las fluctuaciones mentales. Los pensamientos van y vienen como hojas al viento descontroladas, y, por mucho que nos esforcemos en volver a poner orden, a veces nos resulta muy difícil conseguirlo, si no imposible. Llega el momento de tranquilizarnos y volver a recordar nuestra Consciencia Testigo. Esa observadora que conservamos dentro de nosotros, que simplemente mantiene sus ojos abiertos a todo lo que sucede dentro y fuera del ser. Es momento de entenderla y comprenderla un poco más, de hacerla presente.
«Cómo pasa el tiempo»… «Parece que fue ayer»… «Tengo la sensación de que no he vivido»…
Seguramente alguna vez estos pensamientos hayan llegado a tu mente. Has tenido la sensación de que la vida ha pasado casi sin darte cuenta. De que ayer es igual a hoy y mañana será igual a ayer: que la vida va pasando y que tú no te das apenas cuenta. Y piensas que no has hecho tantas cosas y que quizás no las haga: que no has viajado, que no has conseguido trabajar en eso que tanto te gustaba, que no amasaste la gran fortuna, que no conociste a esa persona… Y entonces tu mente comienza a divagar, o bien a anhelar aquello que no ha sucedido -o que ha sucedido y ya no está-, o bien a formar castillos en el aire de todo aquello que vamos a hacer.
Y así nos pasamos la vida: viviendo en un futuro incierto, y recordando un pasado que ya se fue y que no volverá y con la sensación de que la vida se ha ido, que han pasado los años tan rápido que apenas nos hemos dado cuenta.
¿Y la felicidad, para cuándo?…
Muchas veces he escuchado a personas a mi alrededor decir: «cuando cumples los 30, los años se van volando…» Y, sin embargo, no nos sucede igual con la infancia, ¿verdad? Recordamos nuestra infancia como algo que se dilató en el tiempo. ¿Te acuerdas de cuando aún te quedaba todos esos días para que fueran las vacaciones verano? ¿De lo leeeento que pasaba el tiempo? ¿De cuánto tardó en llegar la ansiada mayoría de edad?… No obstante, un segundo, un minuto o un mes en ese momento y en este momento tenían y tienen la misma duración.
¿Y qué sucede cuando has proyectado algún sueño, algún objetivo, como puede ser viajar a algún país, trabajar de aquello que siempre deseaste, terminar ese proyecto que tanto tiempo te ha llevado…? Que, de repente, al llegar a la meta, te sientes vacío, sientes una sensación de ¿y ahora qué…? O bien te das cuenta de que eso no era lo que te iba a hacer feliz. Te das cuenta de que la casa por la que tantos y tantos años has soñado y que ahora tienes, no te ha proporcionado la felicidad esperada. Te das cuenta de que al fin conseguiste ese trabajo y que has obtenido una felicidad en un momento determinado, pero que solo ha sido algo efímero… Viajas a ese país que tanto soñaste y te percatas de que al volver, todo sigue igual..
¿Qué sucede entonces? ¿Por qué no somos capaces de sentir que aprovechamos cada segundo? ¿Por qué sentimos esa constante búsqueda de la felicidad o anhelamos aquellos maravillosos años en que sí éramos felices (¿seguro que eras tan feliz como piensas…?)?
Y la respuesta a toda esa incertidumbre se resume en dos palabras: Consciencia Testigo.
Cuando la Consciencia Testigo se duerme…
A medida que crecemos, que adquirimos experiencias y aprendizaje, también sucede un hecho: somos menos conscientes del aquí y del ahora.
Volviendo a las preguntas que te hacía anteriormente: ¿recuerdas tu niñez? ¿Verdad que tienes la sensación de que duró más de lo que realmente ha durado en tu vida esa etapa? Fíjate que la niñez supone un 10% de nuestra vida… Y de la cual, en realidad, no recordamos los tres primeros años, por lo que el porcentaje se reduce bastante. Sin embargo, en nuestra mente se presenta cmo un momento dilatado y lleno de experiencias, de aprendizaje, de momentos vividos.
¿Hiciste grandes cosas en tu niñez? Seguramente esta se basó en lo cotidiano: en los días de colegio, en los juegos con los niños, en los fines de semana en el campo… Probablemente no hubo nada grandioso en general y, sin embargo, tienes un recuedo vívido de esa etapa, pues en la niñez aún no nos hemos desvinculado de nuestra Consciencia Testigo.
Observa a un niño, y verás cómo puede maravillarse con el simple vuelo de una mariposa. Obsérvalo y verás que todos los días es capaz de maravillarse con el vuelo de esa mariposa. Acércate y verás que está absolutamente ensimismado, que necesitarás llamarlo varias veces para que se dé cuenta de que alguien pronuncia su nombre… Su Consciencia Testigo está absolutamente ahí, en ese momento, con el vuelo de la mariposa.
A medida que vamos creciendo, que nos enseñan a preocuparnos, a sentirnos culpables, a tener que conseguir objetivos, el éxito, todo ello… Nuestra Consciencia Testigo va quedándose dormida, hasta que llega un momento en que nos hemos desvinculado tanto de ella que no somos capaces de estar aquí y ahora. No somos capaces de darnos cuenta de que la vida está sucediendo en este preciso instante. Que la felicidad no es un sueño ni un recuerdo. La felicidad es este segundo, este instante.
La Consciencia Testigo te permite Darte Cuenta…
Ahora estás aquí, leyendo estas palabras. Observa tu postura corporal, observa tu respiración, observa si a través de tus sentidos llega alguna sensación (un olor, un sonido…) observa qué pensamientos están atravesando ahora tu mente… No hagas nada, no evalúes, solo obsérvalo. Esa es tu Consciencia Testigo.
Desarrollando la Consciencia Testigo
Existen muchas técnicas que te ayudan a desarrollar y mantener tu Consciencia Testigo: Yoga, Reiki, Terapinas Naturales… Sin embargo, en realidad es algo que debe nacer en ti; debe ser un propósito personal, individual e interior. Algunas disciplinas, como el Yoga, te enseñan a ser Consciente de todos los planos de tu ser, y de esa forma, desarrollar tu Consciencia Testigo. Seguramente en clase te sea más fácil observar tu cuerpo, observar tu respiración, tu mente… No obstante, lo interesante es llevar la Consciencia Testigo a tu vida, a tu día a día, a cada momento.
Cuando nuestra Consciencia Testigo se encuentra presente en cada segundo de nuestra vida, la felicidad llega a nosotros. Ya no fluctuamos entre pensamientos, no sentimos infelicidad por no tener aquello que deseamos o por haber perdido aquello que tuvimos. Lo que tenemos ahora, lo que vivimos ahora, lo que hacemos… todo puede traernos la felicidad. El simple acto de tomar una respiración nos llena de dicha.
Cuando estés en la parada de autobús, comiéndote esa naranja, pensando en el trabajo, etc. Prueba a simplemente Darte Cuenta. Obsérvate bien en el plano físico, bien la respiración, bien tu mente… O cualquier cosa… Solo observa, sin intervenir. Sé Testigo.
… Y entonces cada segundo de tu vida se convertirá en un momento de celebración…
¡Namasté!
Enlaces de las imágenes:
Muchas gracias por tus notas, te he descubierto hace unos días, pero lo fácil que lo explicas todo me ha ayudado a entender un poco más. Namaste
¡Hola, Carmen! Me encanta leer eso que dices, porque entonces mi propósito se ha cumplido. ^_^ Me alegro mucho!