Muchas veces me dedico a leer los Yoga Sutras de Patañjali para encontrar algunas respuestas a los obstáculos (o mejor, desafíos) que aparecen en algún momento determinado. Y es que, extrapolándome un poco del contexto del yoga, puedo observar cómo sus aforismos son aplicables a cualquier aspecto de nuestra vida.
Así que hoy quiero abordar las principales cualidades que expone el sabio en su obra para alcanzar el Samâdhi: la práctica (abhyāsa) y el desapego (vairāgya).
I.12 अभ्यासवैराग्याभ्यां तन्निरोध:
abhyāsa-vairāgyābhyāṃ tan-nirodhaḥ
«La identificación con las fluctuaciones de la mente se detiene con la práctica y el desapego»
PYS I.12
Ambas cualidades son las únicas vías para restringir las fluctuaciones de nuestra conciencia. Así lo indica Patañjali de manera clara y concisa (ya sabes, como aforismo que es).
Pero lo más interesante es que podemos extrapolarnos, como te comentabas antes, de los Yoga Sutra y ambas cualidades serán inherentes a cualquier objetivo que te marques en tu vida. Ya sea crear tu propio negocio, buscar la trascendencia espiritual, trabajar algún aspecto de tu personalidad, escribir un libro, estudiar una carrera, comenzar a practicar deporte… Todo lo que hagas que realmente signifique un cambio profundo o un objetivo noble, conllevarán ambas cualidades si queremos alcanzar la meta.
Y para ilustrar cómo experimentar estas dos cualidades, he pensado que sería interesante compartir contigo algunas enseñanzas que obtuve en el Camino de Santiago y que conectan muy bien con los aforismos de Patañjali.
El valor de lo inmediato
Vivimos en una sociedad en la que la inmediatez se ha convertido en un valor. Solo tienes que darte una vuelta por las redes sociales, navegar un poco por internet, o simplemente observar los anuncios publicitarios y todas sus promesas para darte cuenta de que una de las cosas que venden es el “ya”.
Recuerdo que cuando era pequeña mi madre iba a comprar a la tienda del barrio con su monedero debajo de la axila, y al entrar, pedía la vez porque, como ella, cinco mujeres más aguardaban su turno. Y la mayoría iba para pedir varias cosas, para preguntar las últimas ofertas… es decir, que nada de un santiamén y ya estaba despachada. Había que esperar.
Y, la verdad, es que yo no recuerdo esos momentos como algo desesperante, no recuerdo impacientarme ni tampoco ver a mi madre así. No… Solo estabas ahí esperando a que te tocara a ti y listo. Y si había cinco antes que tú, pues eran cinco antes que tú… A lo mejor aprovechabas e ibas a la tienda de al lado, o quizás solo esperabas.
Pero ahora, cuando entras en una tienda de ese estilo, y te encuentras con que debes esperar para ser atendido/a, te desesperas y te vas. Yo misma, en muchas ocasiones, he entrado y he dicho: “¡Buf! Hay que esperar!”. Y es que me he ido acostumbrando a tenerlo todo en un clic. Si quiero algo, doy clic y ya es mío. Luego es incluso paradójico, porque quizás no hayas ido a la tienda por no esperar, pero luego no tienes inconvenientes en esperar dos o tres días (hasta incluso varios meses) a que te traigan lo que has pedido.
Por otro lado, está la inmediatez de los resultados. Observa cualquier crema antienvejecimiento, y te juran por lo más sagrado (con imágenes que sustenten sus argumentos) que te las vas a aplicar y tu piel se estirará cual pandereta casi, casi al instante.
Te venden batidos que te prometen bajar eso kilos de las navidades en dos semanas o menos. Has estado todo el año comiendo como una lima, pero en dos semanas ya vas a tener ese tipín con el que siempre soñaste. Otros te prometen que si sigues los cuatro pasos en tu negocio, te forrarás al instante… Y así con todo.
La inmediatez y la excelencia
Pero, además, no solo se ciñen a venderte el “YA” sino lo “mejor”. Y entonces te dicen que no solo tendrás eso que deseas ahora mismo, sino que, además, será lo mejor que haya en el mercado. No te van a hacer perder el tiempo ni tampoco van a darte un producto o un servicio de mala calidad, sino que, encima, será de lo mejorcito.
Claro, aquí no vemos un factor muy importante del que no se habla en las redes sociales o en internet: que todo eso que te venden como algo inmediato, en realidad puede que haya llevado años elaborarlo. Tú entras en la página, ves el servicio y haces click y listo.
Y eso te lleva a pensar que pueden darse ambas cosas a la vez: la inmediatez y la excelencia. Muy rápido y de mucha calidad… Pero hay que toparse con la realidad: es simplemente imposible. O es rápido, o es bueno. Te aseguro que las dos cosas a la vez no existen.
Pero esto es la magia de lo virtual. El mundo virtual, el mundo de internet, de la publicidad (que se basa en sueños y en deseos), puede asegurarte que todo lo que quieras en esta vida lo vas a tener solo chasqueando los dedos. Ahí, en el mundo de las ilusiones del propio mundo de las ilusiones (valga el vedantismo), todo es absolutamente posible, hasta perder 10 kilos en una semana… Pero la realidad es que nada en esta vida se consigue por la suerte o por el chasquido de los dedos, sino por dos factores: práctica, constancia y desapego.
Aprendiendo de Patañjali
Vamos a ver qué nos dice Patañjali acerca de qué podemos hacer para conseguir el cese de las fluctuaciones de la mente, es decir, alcanzar el estado de Yoga.
En el primer capítulo de los Yoga Sutra, el Samâdhi Pada, Patañjali, tras exponer cuáles son las fluctuaciones de la mente (conocimiento, error, conceptualización, sueño y memoria) nos indica de qué manera conseguimos restringir dichas fluctuaciones: a través de la práctica (abhyāsa) y el desapego (vairāgya).
I.12 अभ्यासवैराग्याभ्यां तन्निरोध:abhyāsa-vairāgyābhyāṃ tan-nirodhaḥ
I.12. “La mente puede alcanzar el estado de Yoga por medio de la práctica y el desapego”
Yoga Sutra de Patañjali
Nos explica que la práctica es fundamental para poder alcanzar el estado de yoga y mantenerlo. Esto solo es posible con una práctica adecuada, mantenida durante mucho tiempo, sin interrupciones y con una actitud positiva.
I.13 तत्र स्थितौ यात्नोऽभ्यास:
tatra sthitau yatnaḥ abhyāsaḥ
I.13. “La práctica es, fundamentalmente, el justo esfuerzo necesario para avanzar hacia el estado de Yoga, alcanzarlo y mantenerlo”
Yoga Sutras de Patañjali
I.14 स तु दीर्घकालनैरान्तर्यसत्कारासेवितो दृढभूमि:
saḥ tu dīrgha-kāla-nairantarya-satkāra-āsevitaḥ dṛḍha-bhūmiḥ
I.14 “Sólo si la práctica adecuada se mantiene largo tiempo, sin interrupciones, con las cualidades de celo y actitud positiva, puede ésta triunfar”
Yoga Sutras de Patañjali
Por su parte, el desapego significa la ausencia de aspiración a contentar los sentidos o experimentar cosas extraordinarias
I.15 दृष्टानुश्रविकविषयवितृष्णस्य वशीकारसंज्ञा वैराग्यम्
dṛṣṭa-anuśravika-viṣaya-vitṛṣṇasya vaśīkāra-saṁjñā vairāgyam
I.15 “El desapego es la conciencia de autocontrol que tiene el yogui que no tiene sed de las cosas visibles o reveladas”
Yoga Sutras de Patañjali.
Más adelante nos dice que nuestra fe en que podremos lograrlo, será la que nos de la energía suficiente para poder superar cualquier situación y no desviarnos de la dirección elegida. Y, sobre todo, que conseguir el Samâdhi, el estado de Yoga, exige tiempo. Así, cuanta más fe tengamos y más tiempo nos dediquemos a nuestra práctica, más cercano será nuestro objetivo.
I.20 श्रद्धावीर्यस्मृतिसमाधिप्रज्ञापूवक इतरेषाम
śraddhā-vīrya-smṛti-samādhi-prajñā-pūrvakaḥ itareṣām
I.20 “Para todos los demás, la fe, la energía, la atención plena, la integración y la sabiduría forman el camino hacia la realización.
Yoga Sutras de Patañjali
I.21 तीव्रसंवेगानामासन्न:
tīvra-samvegānām āsannaḥ
I.21 “Para aquellos que buscan la liberación de todo corazón, la realización está cerca”
Yoga Sutras de Patañjali
La clave está en la práctica
Hemos visto que hay varias ideas claves que expone Patañjali en su discurso, con ciertas características o cualidades. Lo primero, hay que practicar y cultivar el desapego. Y esta práctica se ha de caracterizar por la constancia, la duración en el tiempo, el esfuerzo, la fe. No hay ningún elemento mágico, ni ayudas externas. Básicamente, como todo en esta vida.
Como te decía al principio del artículo, todas estas ideas claves las pude experimentar de manera clara al hacer el Camino de Santiago. Puede que tú también, en algún momento de tu vida en el que te marcaras una meta realmente noble las hayas experimentado. Aquí te las expongo imbricándolas con mi experiencia para que puedan ilustrarse mejor.
La práctica
La única manera de poder conseguir en este caso el cese de las fluctuaciones de la mente, es decir, el Samadhi, es practicar. Ya está. No hay más. Ni magia, ni rezos, ni pedirle al universo que conspire, ni confiar en que desde tu sofá todo va a ir genial y podrás conseguir eso que anhelas. No.
Esta idea vende mucho, la verdad. Eso de que, desde tu sofá de casa, vas a poder conseguir todo aquello que, además, requiere un gran esfuerzo. Un ejemplo que veo claro es respecto al merchandising de los Chakras: piedras, cartas, amuletos, esencias, inciensos… Todo ello te garantiza que despertarán todos tus chakras mientras tú estás viendo la televisión. La verdad es que yo también caí en la tentación y tengo piedras de todo tipo, hasta que me di cuenta que la única manera que había era trabajar en ellos. Ni piedras ni nada de eso: práctica, constancia y desapego.
En el Camino de Santiago, la práctica era el hecho de hacer el Camino. Viví perfectamente la idea de que había que hacerlo: salir todos los días y andar varios kilómetros hacia la siguente etapa. Debía ser una práctica constante, diaria, pero también debía tener claro que los días podían ser diferentes y que quizás un día anduviera más kilómetros y otro día, algunos menos, de manera que debía desapegarme de los frutos, de los objetivos, de las metas.
Abhyāsa como constancia
Es decir, la práctica ha de ser constante e ininterrumpida. Nada de intermitencias, porque no sirve para nada. Esa es otra. De repente nos damos cuenta de que ese objetivo que pretendemos implica tener que comprometerse, y ya nos rendimos enseguida. Luego nos lamentamos de que no hayamos conseguido tal o cual cosa. Pero es que es la única cosa que puedes hacer.
Como te decía al principio, aunque Patanjali nos da estos aforismos para la práctica de Yoga, en realidad, puedes extrapolarlos a todos –absolutamente todos- los ámbitos de tu vida en los que necesites alcanzar alguna meta u objetivo nobles.
Cuando estás en el Camino, la constancia es la clave para poder realizarlo, porque te encuentras con muchísimas situaciones que tendrás que ir solventando. Y no podías pararte. Imagínate en medio de una etapa, ahí en lo alto de un monte y, de repente, te rindes y decides abandonar. ¿Qué haces? ¿Quedarte sentado en una piedra? Qué va, tenías que continuar, que seguir hacia delante.
Vairāgya, el desapego
Cuanto más practicamos yoga, más obvio nos queda la idea del desapego de los resultados. Resulta que empiezas a practicar constantemente, que te has planteado ciertos objetivos y que, por una razón u otra, las cosas no salen como habías previsto.
Yo lo veo muy claro cuando practico âsanas de equilibrios, por ejemplo, el Árbol (Vrksasana). Aunque normalmente es una postura que más o menos, en lo que respecta al tema físico, tengo ya asentada, hay días que me resulta imposible despegar el pie del suelo sin que me tambalee. Y eso que llevo muchos años de práctica. Pero sé que es esto es así. Que a veces los resultados no son los que esperamos. Cuando eso pasa, simplemente acepto que ese día no va a ser posible practicar la postura y acepto –no sin intentarlo- el resultado de la misma.
En nuestra práctica –o el camino que decidimos para la consecución de los objetivos- debemos aprender a desapegarnos de los resultados. Somos dueños de nuestras acciones, pero no de los frutos de estas. Quizás, una acción dé un resultado sorprendente e incluso, a veces, contradictorio, pero la idea no está en el fruto inmediato, sino en el objetivo hacia el que te diriges.
En el Camino de Santiago, no tienes ni idea de qué puede suceder al día siguiente. Estás caminando y caminando, ves que sigues perfectametne tu ruta, pero un día te levantas con una tendinitis (como me pasó a mí),o bien te tuerces un pie, o conoces a alguien o te distraes del camino… Pueden pasar muchas cosas que signifique no obtener los resultados que te esperabas… Y lo cierto es que no pasa absolutamente nada. Como todo en la vida, son tantos los factors que pueden darse que dsesperarse por no obtener el resultado proyectado es una pérdida de tiempo. Lo importante es continuar con independencia del resultado inmediato que obtengas. Es un trabajo de transformación interior, no de éxito o fracaso (que es a lo que lleva el apego y el desapego).
Smṛti, La memoria
Patañjali nos lo deja bastante claro. La práctica va a requerir tiempo. Nos hemos acostumbrado, como te decía en la introducción, a vivir en un momento en el que lo queremos todo ya y al mínimo esfuerzo. Pero resulta que la vida, la experiencia, el trabajo interior no funciona así. Que cualquier camino que decidamos tomar en el proceso de transformación, de obtención de resultados, de progreso personal va a requerir un tiempo, y puede que, además, sea mucho mucho tiempo… Así que no te desesperes si, por ejemplo, no consigues esta misma tarde meditar y alcanzar el Samadhi… Ármate de paciencia.
En el Camino, todos teníamos claro que llegar a nuestro objetivo implicaba emplear tiempo, y que a veces este era largo y monótono. Hay una etapa en el camino francés que son 17 kilómetros entre una ciudad y otra en la que no hay nada, por eso, algunas personas decidían hacerla en autobús, sin embargo, las que la hacíamos a pie, sabíamos que era un proceso por el que había que pasar y aceptar. Esta etapa te enseñaba a apreciar la constancia, el tesón, el esfuerzo y la confianza. El tiempo que empleas te servirá para poder mejorar en diferentes aspectos de tu vida.
Śraddhā, la fe
También Patañjali nos habla de la fe. Una de las cosas que implica saber que va a tener que pasar mucho tiempo antes de conseguir nuestro objetivo (aquí el cese de la fluctuación mental) es que a veces podemos tener la sensación de que lo que hacemos no sirve para nada, que no hemos notado ningún cambio o que quizás nos hayamos equivocado de camino o de objetivos.
Cualquiera que se haya propuesto conseguir algo mediante el esfuerzo sabrá de lo que hablo.
No os puedo contar la de veces que sentí en el Camino de Santiago que me había equivocado. Sobre todo, al principio, en las primeras etapas, donde había que hacer un esfuerzo mayor para levantarte cada día y andar los 25 – 30 kilómetros para llegar a la siguiente ciudad. Y era en esos momentos donde debía simplemente confiar, tener fe en que hacía lo correcto.
Te contaré un secreto que descubrí de ese modo: cualquier cosa que te propongas es la correcta. Si lo haces desde el corazón, sabiendo que de verdad eso te ayudará a conocerte mejor, será el camino correcto. Así que ten fe.
Vīrya, el esfuerzo
Por último, y otra de las ideas que Patañjali menciona, es el esfuerzo. Es inherente a la práctica. Debemos vencer obstáculos –o desafíos- que van a hacer que tengamos que poner toda nuestra energía en superarlos. Eso significa esforzarnos –y mucho – para poder conseguir nuestro objetivo.
En el Camino el esfuerzo es algo que todos los días está presente. Todos. Ya fuera una etapa sin una orografía difícil o fuera subir o bajar una montaña. Siempre había algo que implicaba tener que hacer el esfuerzo de continuar. Pero era algo que al final estaba tan, tan asumido que simplemente era algo que estaba ahí, que lo aceptabas como parte de todo ese trayecto.
Samādhi, la absorción interior
En nuestra práctica de yoga ha de estar presente la absorción hacia el mundo interior, hacia el «Gran Silencio» al que nos lleva la práctica continuada de yoga. Es fundamental que seamos conscientes de que estamos practicando yoga y que eso conlleva una exploración interna, un viaje hacia los confines del ser. Hoy día, vemos muchas prácticas de yoga basada en la estética de las posturas: realizamos el camino contrario que se pretende.
Prajña, la sabiduría
La particula pra conlleva un sentido de plenitud, de auspiciosidad, que al unirse con jña, que significa «saber», nos habla de la importancia de alcanzar la sabiduría superior. No solo limitarnos a los procesos mentales de análisis, descripción, clasificación, etc. (como funciona normalmente nuestra mente) sino alcanzar una sabiduría revelada, suprema, que nos permita evolucionar hacia estados de trascedencia.