La voluntad es una fuerza o un poder que nos mueve hacia la dirección que queremos tomar y que nos mantiene firmes en ella a pesar de los obstáculos que puedan aparecer. A través de nuestra voluntad, podemos transformar cualquier aspecto de nuestras vidas, alcanzar nuestros propósitos. Sin embargo, esta energía a veces se percibe como una lucha, un conflicto interno entre elegir lo que está bien y lo que está mal, y a esa lucha, cuando vence la voz del bien, la llamamos voluntad.
En este artículo podrás entender la voluntad como algo diferente. No una lucha, sino un fluir. Cuando realizamos nuestra verdadera voluntad, no existe ningún conflicto interno, puesto que sabemos cuál es la dirección que hemos de tomar. Nos volvemos flexibles, comprendemos que la voluntad no es una vara que nos golpee sino simplemente una elección en la que creemos profundamente.
El significado de “voluntad”
La palabra “voluntad” procede del verbo latino velle que significa “querer, desear” y este, a su vez, procede del protoindoeuropeo welh, que significaba “perseguir”. En nuestra lengua, querer algo puede ser simplemente desear. Quizás, si lo analizamos bien, tenga un matiz un poco más intenso que el simple hecho de desear, sin embargo, al ver de dónde viene, comprendemos otro matiz aún más intenso: “perseguir”. Puedes desear algo y simplemente aparece en tu mente y ya está, al querer algo quizás ese deseo se hace más vehemente, pero cuando persigues algo, implica ya una acción, una dirección, un movimiento.
Podemos entender mejor el poder de la voluntad de ese modo: perseguimos aquello que queremos transformar en nuestras vidas. Realizamos diferentes acciones para que el cambio tenga lugar. La voluntad es esa energía, ese poder que te lleva a la transformación.

Unos días más tarde, tuvieron otra vez una conversación muy importante. Bastian le enseñó al león la inscripción del reverso de la Alhaja.
— ¿Qué significa — preguntó — “HAZ LO QUE QUIERAS”? Eso quiere decir que puedo hacer lo que me dé la gana, ¿no crees?
El rostro de Graógraman pareció de pronto terriblemente serio y sus ojos comenzaron a arder.
— No — dijo con voz profunda —. Quiere decir que debes hacer tu Verdadera Voluntad. Y no hay nada más difícil.
— ¿Mi Verdadera Voluntad? —repitió Bastián impresionado — ¿Qué es eso?
— Es tu secreto más profundo, que no conoces.
— Cómo puedo descubrirlo entonces?
— Siguiendo el camino de los deseos, de uno a otro, hasta llegar al último. Ese camino te conducirá a tu Verdadera Voluntad.
— No me parece muy difícil — opinó Bastián.
— Es el más peligroso de todos los caminos — dijo el león.
— ¿Por qué? — Preguntó Bastián —. Yo no tengo miedo.
— No se trata de eso – retumbó Graógraman —. Ese camino exige la mayor autenticidad y atención, porque en ningún otro es tan fácil perderse para siempre.
Michael Ende. La historia interminable
La voluntad es diferente de la lucha interna
En ocasiones confundimos la voluntad con una lucha interna. Por ejemplo, has elegido hacer ejercicio físico, y entonces te encuentras amodorrado en el sofá de casa, fuera el tiempo no acompaña: hace frío y tienes que ir hasta el gimnasio, y una voz te dice: “¿Para qué vas a ir, ¡estás tan cómoda, ahí acurrucada!”. Entonces comienzas a oír otra voz que te dice “¡Te arrepentirás si no vas!¡Es solo ponerse en marcha, un pequeño esfuerzo y ya está! ¡Vamos, tienes que fortalecer esos músculos!”. Y así comienza una lucha interior: esa parte de ti que no quiere moverse del sofá, contra esa parte de ti que te empuja a ponerte tu calzado y salir a hacer ejercicio físico. Cada una tiene sus propios argumentos. Quizás decidas quedarte en casa y, seguramente, cuando ya no haya nada que hacer, la otra voz te reprenderá y te dirá que podrías haber ido, que solo hacía falta un mínimo esfuerzo. O bien,ha ganado la voz que te invitaba a salir, y entonces te sentirás contento contigo mismo… sin embargo, has estado en una lucha antes de que tomaras la decisión.
Pero la voluntad es algo que no necesita luchar para ser cumplida. Es una decisión que has interiorizado tanto que no existe ningún obstáculo insalvable para llevarla a cabo.
Has decidido ponerte en forma, ganar masa muscular, ir al gimnasio. Habrá días que por diferentes circunstancias te quedes en casa, pero sabes que no hay una lucha en tu interior. Sabes que al día siguiente, volverás a ir de nuevo. No hay un conflicto.
La fuerza o el poder de la voluntad es una convicción, actúa como tal. Los obstáculos se convierten en desafíos: algo que superas. Fluyes con ella. Cuando aparece un desafío, simplemente lo estudias, lo analizas, lo superas, aprendes de él, pero no te retiene. No te limita.
Del deseo a la volición: cómo distinguirlos
En muchas ocasiones confundimos el deseo con la volición. Creemos que lo primero que pasa por nuestra mente y que nos produce cierto placer, ha de ser nuestra meta en la vida. En esta lista vamos a ver cuál es la diferencia entre el deseo, el anhelo, la resolución y la volición. Me he inspirado en las enseñanzas de Paramahamsa Yogananda para poder transmitirlo.
El deseo
En primer lugar, cuando queremos transformar algo de nuestra vida, puede aparecer como un simple deseo. Es un pensamiento que aparece por tu mente y que te indica algo que quieres cambiar: “Desearía estar un poco más fuerte”. Pero tal como viene, se va y puede que más tarde, en vez de eso, desees comerte un enorme pastel de chocolate y así con tantos y tantos deseos que solemos tener.
El anhelo
Cuando el deseo arraiga un poco más en nosotros, entonces nos hallamos hasta un anhelo y puede que lo acompañe alguna acción para llevarlo a cabo: “Desearía estar un poco más fuerte, voy a mirar los gimnasios que hay por aquí”. Y quizás hagas algunas acciones como buscar el número y preguntar por los horarios, sin embargo, aún no está arraigado del todo y tal como viene, se va.
La resolución
Cuando el anhelo arraiga aún más, aparece la resolución. Esta vez el anhelo toma fuerza y estás decidido, más o menos, a realizar un cambio transformativo… Tomas decisiones y ejecutas determinadas acciones: vas al gimnasio, preguntas por las clases, incluso pagas la matrícula y empiezas a ir… Sin embargo, un día te encuentras en el sofá de casa y te da pereza levantarte para cumplir con tu deseo… y puede que de un día pasemos a dos días, y al final te llevas una temporada sin ir. Puede que vuelvas de nuevo en alguna ocasión, pero sabes, en el fondo, que en otro momento te rendirás.
La volición
Tras las resoluciones aparece, entonces, la volición. La volición es un acto de voluntad, una determinación que nos lleva a realizar diferentes acciones y a llevar a cabo varias resoluciones con la idea de transformarnos.
Ahora no existen esas dos voces que anteriormente me convencían de si ir al gimnasio o no. No hay dos voces, es solo una que sabe cómo actuar. No aparece el conflicto. Aparece la fluidez. Todas tus acciones se armonizan y te llevan hacia tu objetivo.
Las características de la voluntad
Distinguir entre el capricho y la voluntad a veces puede ser difícil, porque nuestros deseos, apegos e intereses pueden estar fuertemente arraigados en nosotros y esto nos lleve a no discernir lo que realmente queremos. Igual que Bastian, el personaje del libro de La Historia Interminable, en sus aventuras, confundía sus deseos provenientes del mero placer con lo que de verdad quería para sí.
Algunas características de la voluntad que nos permite distinguir mejor entre caprichos y verdaderos deseos son:
- Fluidez: la verdadera voluntad no es una sensación de lucha o conflicto. La voluntad aparece de una determinación que has tomado, no existen dudas de qué hacer o qué no hacer, sabes cuál es el camino que has trazado para llegar hacia tu meta.
- Flexibilidad: no hay castigos ni reprimendas si un día no has cumplido con los objetivos que te has marcado, porque sabes que al día siguiente todo continuará como siempre. Comprendes perfectamente que el proceso transformativo tiene avances pero también algunos retrocesos y que no siempre tenemos el mismo estado de ánimo. Te muestras comprensivo en esos días que por cualquier circunstancia pues no sigues tu ruta estipulada.
- Constancia: no hay intermitencias en tu decisión. Es una línea constante (puede que con altibajos, como veíamos antes) que te lleva hacia tu propósito. No son acciones que van por periodos temporales, sino que fluye continuamente. No abandonas, simplemente, continúas.
- Realidad: te muestras realista, no te propones metas inalcanzables o muy lejanas. Sabes que el proceso transformativo requiere de pequeños pasos y que la suma de estos son los que van llevándote al cambio. No existen fórmulas mágicas, ni frases prometedoras, ni atajos posibles.
- Aceptación: cualquier cosa que suceda en tu proceso transformativo la aceptas como parte del mismo proceso. Si has decidido practicar una asana de yoga, y un día no sale o sientes que no eres capaz de abordarla, sabes que no pasa nada, que solo es un día, que hay muchas circunstancias que pueden llevarte a que no consigas el resultado esperado. Y lo aceptas como parte del proceso. No hay decepción, ni tristeza, ni ofuscación.
- Paz: todas estas actitudes antes mencionadas, te llevan a un estado de paz. Y cuando hablo de paz, no me estoy refiriendo a sensación de éxito, de triunfo, por haber alcanzado tal o cual meta. Sino una sensación de que todo fluye, de que no hay conflicto. Cuando hablamos de éxito o triunfo, inexorablemente hablamos de la otra posibilidad: fracaso. Pero al dejarnos la sensación de “algo resuelto”, de ausencia de conflicto, de estado pacífico del ánimo, no existe la posibilidad de que podamos fracasar.
La voluntad y la práctica del yoga
Vámonos ahora hacia uno de los textos más influyentes del Yoga para explicar la voluntad: los Yoga Sutra de Patanjali.
En realidad, el propio Patanjali da por hecho que para iniciar el proceso transformativo del yoga y alcanzar el Samadhi (“Liberación”), es necesario ese poder, esa decisión, que expresa a través de abhyasa y vairagya, la práctica y el desapego. Y es que, como todo propósito en la vida (sea referido al yoga o a cualquier aspecto de nuestra existencia) lleva inherente el poder de la voluntad. Es la electricidad o dinamo que lo mueve todo.
Patañjali preveía los obstáculos que podíamos encontrarnos en nuestro camino hacia el cese de las fluctuaciones mentales. Y estos obstáculos podemos extrapolarlos a cualquier propósito en el que nuestra voluntad actúe.
Los nueve obstáculos para alcanzar nuestros propósitos, según el Yoga
Nueve son los obstáculos que define Patañjali y que serán los que el yogui y la yoguini deban superar para alcanzar su propósito de Liberación:
Vyâdi: la enfermedad
La palabra “enfermedad” aunque parece obvia, a veces no es tan evidente. Solo tenemos que echar una mirada a nuestro tiempo para ver cómo han ido apareciendo nuevas enfermedades y desapareciendo otras -a veces incluso, solo cambia la nomenclatura-. Entendamos por “enfermedad” ese estado físico, mental o emocional que “para” tu vida. En estas ocasiones es muy difícil establecer nuevos propósitos, ya que toda nuestra energía irá encaminada a la curación.
Styâna: la indolencia, insensibilidad
La indolencia, la insensibilidad es esa actitud en la vida en la que nada te importa. Nada te hace moverte, todo te da igual. Una vida sin propósitos, sin un crecimiento, nos lleva a ser como agua estancada. Cuando tomas una decisión y actúa tu voluntad, has de superar ese estado de insensibilidad.
Samshaya: la duda
Estaré en lo correcto? ¿Será la decisión adecuada? ¿Mejor este camino? ¿Quizás este otro? Dudas, dudas, dudas. ¿Quién no las tiene en su camino? Y es que aquí a veces juega una mala pasada nuestra percepción de que todo debe ir sobre ruedas. Y lo cierto es que en muy pocas ocasiones alguien se encuentra con que su camino ha transitado por una alfombra roja.
Es normal que aparezcan ciertas dudas e inseguridades, pero si tienes tu propósito ahí establecido. Esas dudas de manera natural van pasando y deshaciéndose.
Pramâda: el decaimiento, la negligencia
“No tengo ganas”, “No me apetece”. A veces salir de nuestro estado “tamásico” (el cuerpo es tamásico) nos cuesta muchísimo. Quizás viene de que no vemos nuestros objetivos cumplidos: pensábamos que ese día en ese momento habríamos ya alcanzado nuestra meta y resulta que las cosas no han salido como queríamos. Crearse expectativas, ponerse unas metas rígidas, pensar que nuestro camino ha de ser el que hemos trazado en un papel (sin posibilidad de la maleabilidad) puede llevarnos a este estado.
Âlasya: la pereza
Qué decir de la pereza. Empezamos con gran energía, una gran fuerza que invade nuestro interior y en un día hacemos mil cosas para alcanzar nuestro propósito, pero, al siguiente, toda esa energía ha desaparecido. ¿Otra vez tener que activarnos de tal manera? Sabes el esfuerzo que supone, y entonces lo dejas para un día y para otro, y así hasta que te olvidas de tu camino. La constancia, la contención, la administración de tus fuerzas son las que pueden llevarte por un camino más seguro.
Avirati: la avidez
Un proceso transformador, cuanto más importante sea, probablemente más tiempo necesitará para que se lleve a cabo. Pero a veces lo queremos todo YA. Sobre todo en estos tiempos que corren, en los que lo tenemos todo al instante, con un chasquido de dedos. Si quiero hacer Sirsasana -aunque no lo haya hecho nunca- pretendo chascar mis dedos y enseguida mantenerme sobre mi cabeza. Y eso seguramente me llevará a tener más problemas que beneficios. Controlar nuestro deseo de llegar a la meta lo antes posible nos permitirá no caer en este obstáculo.
Bhrantidarshana: la confusión
Parecido a la duda, la confusión es ese estado fluctuante de nuestra mente en el que no sabemos exactamente hacia dónde dirigirnos, si este paso que hemos dado es el correcto o no. No es que dudes, sino que no lo ves todo claro. Sin embargo, seguir hacia delante, establecer tu propósito y continuar avanzando, va disipando ese estado confuso.
Alabdhabhûmikatva: la falta de iniciativa
Aquí estamos en la “salida”. Tenemos ya nuestro propósito, nuestro camino, pero tenemos que ponernos en marcha y parece que nos cueste ese primer paso. Aquí la voluntad puede funcionar como un gran empujón que te active, o quizás puedas hacer pequeñas cosas antes de abordar el gran camino. Sea como sea, requiere de pequeñas o grandes acciones y de ser firme en tu decisión, aceptando que será un camino con cosas buenas y cosas no tan buenas, pero que, sin duda, aprenderás de él.
Anavasthitatva: la falta de constancia
Ya lo decíamos al principio. Cuando la voluntad fluctúa, cuando no hay constancia, significa que, en el fondo, no anhelamos de manera vehemente nuestra transformación. Al tener claro hacia dónde quiero dirigirme, no hay dudas, no aparecen las pausas (solo si las elegimos nosotros como parte del camino). Continuamos siempre hacia delante.
Haz tu verdadera voluntad
Vuelve al extracto que has leído sobre La Historia Interminable. Bastian, el protagonista, ha recibido un regalo increíble: un amuleto mediante el cual todos sus deseos se cumplen. Sin embargo, a medida que estos van cumpliéndose, él va olvidando quién era… Entonces se encuentra con Graógraman, el león multicolor, que le explica el verdadero significado de la frase “Haz lo que quieras”.
Quizás aún sea pronto para saber cuál es tu propósito más importante. Tiene que ver con la autoexploración, el autoconocimiento, también con la profundización, con la constancia y con la conciencia.
Recuerda que aquello que sea tu verdadera voluntad es inamovible. Inamovible en el sentido de que no cambia en su esencia. Puede que tu propósito se vaya transformando con el paso del tiempo, pero lo esencial sigue manteniéndose. Pongamos un ejemplo tangible, volvamos a nuestro gimnasio. Tu deseo es tener una buena salud, estar saludable, que tus músculos estén fuertes y sanos. Puede que comiences primero caminando todos los días, luego empieces con la musculación, después decidas hacer otros ejercicios, cambiar tu alimentación… Puede que antes pensaras que la salud estaría en músculos bien definidos pero te hayas dado cuenta de que lo importante son otros factores para ganar calidad de vida.
En fin, pueden aparecer muchas variantes en tu camino, pero tu objetivo sigue siendo “tener una buena salud”. Y ahí está tu voluntad.
Quizás otra persona te diría que no te marques objetivos tan abstractos y que vayas hacia lo concreto. Y me parece del todo correcto, pero aquí solo estamos mencionando la voluntad. En otro artículo hablaremos de nuestros objetivos aunque, quizás, se nos escape un poco de lo que es el yoga.
En definitiva, recuerda que tu verdadera voluntad no te desorienta, no es una lucha, no hay esfuerzo, porque todas tus acciones te dirigen hacia tu propósito de manera fluida. Así que recuerda:
Haz lo que quieras.
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