En este artículo vamos a descubrir una de las primeras obras compuesta por mujeres. El Therîgâthâ es un compendio de poemas que fueron escritos por las primeras monjas budistas, a lo largo de varios siglos. Poemas que hablan sobre todo de sus experiencias en la práctica budista y de cómo sucedió su estado iluminado. Cada una dibuja una experiencia diferente, variopinta, que va desde la iluminación tras años y años de práctica, como la iluminación espontánea, breve y pronta de cada una de ellas. Sin duda, esta obra ha de formar parte de nuestras obras que no son de yoga, pero son inspiradoras, como El Arte de Pensar o La Odisea.
¿Qué es el Therîgâthâ y qué significa?
El Therîgâthâ es el único texto budista compuesto íntegramente por mujeres. Cuentan sus experiencias de trascendencia y muchos de estos poemas fueron incluidos en obras tan relevantes como el Dhammapada.
Therîgâthâ literalmente «poema de ancianas sabias» o de mujeres que han crecido en sabiduría y se considera una de las primeras antologías universales de la literatura femenina. Se trata de un compendio de poemas compuestos por las primeras mujeres que se ordenaron monjas budistas.
¿Cuándo fue compuesto el Therîgâthâ?
Buddha comenzó a propagar sus enseñanzas entre los siglos V y III antes de Cristo, a partir de las cuales comenzaron a organizarse diferentes órdenes religiosas que, en un principio, solo acogían a hombres, pero que después se abrirían a las mujeres, de manera que estas pudieran organizarse religiosamente.
Los primeros poemas fueron orales, recitados en Mâgadhî, una variante del prákrito, hasta aproximadamente el año 80 a.C., que fueron traducidos y escritos en Pali. No obstante, aunque muchos de ellos proceden del budismo primitivo, algunos estudios muestran que la alusión a determinados conceptos pueden indicar que se agregaran posteriormente.
¿Quiénes fueron las mujeres que compusieron el Therîgâthâ?
La obra recoge los poemas de las monjas budistas que alcanzaron la Iluminación. Los estudios han podido identificar al menos 101 personas diferentes; pero solo 73 han podido ser identificadas porque mencionan su nombre. Así mismo, hay algunas referencias y resúmenes biográficos, pero no siempre sucede.
Muchas de estas biografías tienen un componente esotérico y mágico, donde se narran las experiencias de vidas pasadas, en las que hicieron buenos actos, ayudando a otros budas, o incluso habiendo nacido en el clan de hadas, o de los mismos dioses y que por eso han alcanzado la iluminación en esta vida, gracias a sus buenas acciones.
Pero también se relatan historias y experiencias de vida más mundanas y cercanas a nuestra realidad: mujeres que decidieron evitar los roles que les habían sido asignados y que, desde pequeñas, estaban abocadas a servir en una congregación. Otras mujeres que, ante la situación de desamparo que quedaban a raíz del abandono o muerte de su marido o hijos, tuvieron que entrar en un convento de monjas.
Algunas mujeres lo hicieron tras una experiencia trágica, en la que perdían a sus hijos o toda su familia y hogar. Estas mujeres se solían describir como desquiciadas, que vagaban por la ciudad y el bosque siendo despreciadas, hasta que oían el sermón de Buda, y decidían entrar en la congregación.
Algunas imploraron a su familia y a sus maridos que les permitieran entrar como monjas, por su devoción, mientras que otras seguían los pasos de sus maridos que habían decidido renunciar y hacerse monjes.
Así pues, son muchas historias de vida que las llevan a entrar en sus claustros para alcanzar la trascendencia.
La vida de las monjas budistas
La vida de estas monjas, al igual que la de sus compañeros, consistía en llevar una vida ascética, meditativa, retirada del mundo. También pedían limosna y recitaban poemas y versos, no obstante, sufriendo un mayor peligro para su integridad física.
Sin embargo, era a través de la religión y de estas sectas cómo las mujeres podían liberarse de un destino de subyugación y opresión. Era pues el refugio que no solo las budistas, también las cristianas, musulmanas y de otras religiones, encontraban como un medio de expresión y de libertad, al menos de las cadenas de las costumbres y el sometimiento.
De estas mujeres, nacen estos diferentes poemas y relatos que nos narran sus vidas, sus vivencias, sus experiencias y las enseñanzas profundas y verdaderas del budismo.
Therîgâthâ, la obra
La obra consta de 494 versos de los cuales, como ya hemos mencionado, 101 se atribuyen a monjas diferentes, pero solo se han identificado -porque aparecen en el texto- a 73. Es una colección de poemas breves que abarcan una horquilla de 300 años, y algunos datan de finales del siglo VI a. C. Siendo, sin duda, uno de los textos más antiguos que describen las experiencias espirituales de las mujeres. Este texto, además, acompaña al Therâgâthâ, que son los versos escritos por los monjes mayores.
Una de los aspectos más importantes de la obra es que recogen textos y poemas que aluden a los preceptos y premisas de un budismo muy temprano, además de ser la primera colección conocida de literatura femenina compuesta en la India.
Y en esta línea, además, muchos poemas presentan la rebeldía de mujeres que se oponían a una vida de sometimiento, e incluso reivindicaban un mismo status quo que los del otro sexo.
¿Qué tipo de poemas contiene el Therîgâthâ?
Podemos observar poemas de diferentes estilos y métricas. Leemos poemas breves, sencillos, de apenas cuatro versos. También encontramos poemas largos, con coros, donde se dan detalles y se explican muchas cosas de la experiencia de la poetisa, o bien son muchas poetisas quienes están declamando. Pero también pequeñas narraciones poéticas, más largas.
En todos ellos, es maravillosa la mezcla entre lo cotidiano y la trascendencia.
LA PRESENTE EDICIÓN
Hasta el momento, no habían sido traducidos ni publicados por ninguna editorial en español. De este modo, estamos ante la primera edición, de la mano de Kairós, que cuenta con la traducción e interpretación de Jesús Aguado, poeta, traductor y crítico literario, y que está disponible como libro físico y también como libro electrónico.
Jesús Aguado nos avisa de que esta versión procede de cinco traducciones disponibles en inglés, además de apoyarse en diversos estudios y anotaciones complementarias y que, además, ha evitado llenar la obra de diferentes anotaciones, que ralentizan su lectura, para dar prioridad a su sentido poético y artístico. Por eso, nos indica que ha prescindido de datos y terminología técnica o alusiones mitológicas, para conseguir una lectura fluida, que llegue al alma.
En esta edición, nos presenta el compendio de relatos con una pequeña biografía -siempre que se conozca- de la autora en cuestión. En la mayoría de las ocasiones teñidas de elementos mágicos y esotéricos, como alusión a las vidas pasada que la han llevado hasta ese momento. Pero también se alude a mujeres que han sufrido todo tipo de fatalidades en su vida y que, a través de la entrada en la orden, han podido realizarse, o liberarse de aquello -normalmente la familia, el marido- que las oprimía.
CRÍTICA Y VALORACIÓN PERSONAL
Tomas el libro entre tus manos y observas unas cubiertas suaves y agradables, con una foto de las manos de una mujer contando un mâlâ en blanco y negro (luz y sombra) y el resto de tono amarillo azafrán, color de la sabiduría, y del budismo.
Al abrir sus páginas, encuentras una pequeña introducción donde Jesús Aguado habla algo sobre el budismo, para contextualizar, así como explica qué vamos a encontrar en esta obra y por qué se estructura de dicho modo.
Y ya, a partir de aquí, vamos a ir observando pequeños poemas de las diferentes monjas que nos narran sus experiencias.
Leo cada uno de los poemas y encuentro atisbos de la intrahistoria, un término que emplea la americanista María Dolores Pérez Murillo, y que se refiere a la historia pequeña, marginada, pero no por ello insignificante. La historia que es la que suele narrar la vida de las mujeres, de los niños, de los ancianos, de los desarraigados.. que está hecha desde su perspectiva, desde la posición que ocupan.
Una visión del mundo que se aleja de la megalomanía patriarcal, sino que va a la vida de verdad. A la vida que sucede ahora, en este instante. A la vida que tiene que ver con nuestra realidad verdadera, tangible. Que aprecia los detalles, que se vive en un presente continuo.
En los versos, narran sus experiencias, sus sentires, sus comprensiones y emociones. La carga emocional me sorprende, la manera en que se vivencia tan sencilla y tan clara, desde la mente y desde el corazón.
Las historias de vida, algunas son desgarradoras, otras me hacen comprender que quizás esa mujer encontró en los brazos del budismo -como podría haber sido otra religión- su modo de liberarse y protestar en un mundo de padecimiento, donde la vida de una mujer apenas alcanza valor por si misma.
Por eso quiero conectar con estas mujeres sabias. Unas por decisión propia, contracorriente, deciden seguir el sendero de Buddha y renunciar a todo aquello que se supone que ha de hacer una mujer. Otras que han sufrido terribles adversidades y que su único consuelo es encontrar en la religión el apoyo moral y espiritual para comprender o, al menos, trascender su dolor.
Puedo ver a través de sus versos, el descanso de sus almas. Son versos que parten de lo íntimo de la experiencia que viene para casi todas de las dificultades de su vida. Que pueden ver que, al final, su camino de renuncia ha dado su fruto. Un fruto que puedes saborear gracias a la sencillez de sus palabras y de sus experiencias.
Si buscas versos salmódicos, profundos, transformadores, como si buscas algo que nazca de la sencillez, de lo cotidiano, puedes leer con seguridad esta preciosa obra. Y sobre todo, si buscas experiencias desde la perspectiva de las mujeres, mujeres valientes, decididas, que fueron capaces de transformarse – transformar su mundo interior- en un momento histórico (por muchos siglos) de hostilidad, represión y vejaciones, sin duda, te la recomiendo.