Seguramente sea la postura sedente más famosa -y menos accesible- de todas las posturas de meditación. En ella nuestros pies descansan entrecruzados sobre la raíz de los muslos, mientras que las rodillas deben mantener el contacto con la tierra, permitiendo que nuestra base sea mucho más estable. Sin embargo, esto es todo un reto para muchas pelvis que, por diversos factores, no encuentren ni la flexibilidad ni el rango articular adecuado que los lleve a sentirse cómodos, y normalmente aparecen dolores de caderas y de rodillas o incluso de empeines.
Al colocar los muslos sobre los empeines, las piernas están forzando a los muslos a una rotación lateral extrema, y si además le añadimos la flexión inicial y la abducción de los muslos, la cadera termina adoptando una posición forzada.
Quizás requiera muchos años de trabajo en la postura, pero tengo que decirte que tampoco te desesperes si no lo consigues que, como verás en el siguiente post, la única cualidad que necesitamos para seguir la vía del Ashtanga Yoga de Patañjali es “comodidad y estabilidad”. º
Sin embargo, a continuación te dejo algunas posturas que puedes hacer para ejercitarla, y que, personalmente, encuentro muy útiles (y que las puedes integrar en tu práctica habitual):
1.- Ardha Utthita Parsvakonâsana
2.- Hamsāsana
3.- Baddha Konâsana
5.- Ardha Padmâsana