Las antiguas escrituras védicas exclaman que, tras haber creado el vasto universo, el Brahman Supremo continúa sosteniéndose en una perfecta precisión que impregna cada aspecto de la existencia en toda su totalidad.

Igual que el océano no es sino agua, el mundo entero de las cosas no es sino Conciencia que llena todos los puntos cardinales como espacio infinito.

Brahmán y el espacio son semejantes en cuanto a su indivisibilidad, en cuanto a que son omnipenetrantes y en cuanto a su indestructibilidad, pero Brahman es también Conciencia.

Esta verdad puede ser aceptada a un nivel intelectual por muchos de nosotros, sin embargo, es solo a través de la experiencia (y no por los límites del conocimiento) que podemos experimentar la esencia de Brahman como una verdad absoluta, alcanzando así el estado de Brahman Jñana o Iluminación.

Meditamos en ese Ser inmutable, nuestra realidad, cuya beatitud surge en la mente a causa del estrecho contacto entre el que ve y lo visto.

 

Cuando el Jivatman es capaz de contemplar al infinito Brahman como una presencia que todo lo penetra en el mundo exterior, así como también penetra nuestro Ser, alcanza lo que se describe como Antaryamitvam: un estado que solo es posible alcanzar a través de la práctica continuada y profunda de la meditación.

Todo esto es verdaderamente Brahmán; todo esto es Atman. No secciones a Brahman en “yo soy una cosa” y “esto es otra”.

 

Cuando conseguimos experimentar ambas realidades como una sola: la Conciencia Interior como una continuidad de la Conciencia Superior, alcanzamos el Conocimiento Supremo de Brahman, así mismo, también alcanzamos el Atman Jñana, que es el conocimiento supremo de nuestra Conciencia Individual

  Como barro contenido en una vasija de loza, el Señor Supremo que es existencia y conciencia semejante al espacio y beatitud existe por todas partes no separado [de las cosas].

La duna y el grano de arena

De las palabras anteriormente mencionadas podemos colegir que Atman y Brahman realmente forman parte de una misma realidad polarizada por nuestra mente, incapaz de contemplar el Todo y el Uno a la misma vez.

Imaginas que estás en una hermosa playa donde enormes dunas dibujan un sinuoso paisaje. Contemplas toda la belleza ante tus ojos: la inmensidad del océano, las bellas curvaturas y comienzas a acercarte a esa arena blanca para descubrir que son miles y millones de granos los que conforman el paisaje que contemplas. Cada uno de esos pequeños granos se sumergen en lo absoluto formando parte de toda la totalidad. ¿Es posible contemplar la hermosa playa sin los granos? ¿Es posible comprender el paisaje completo sin ser consciente de cada pequeño elemento que lo conforma? ¿Podría existir la playa? ¿No son acaso dos perspectivas de una misma realidad?

Así pues, cuando descubres el grano, puedes contemplar los miles de millones de unidades que conforman ese gran todo que es el paisaje. Cuando contemplas el paisaje, puedes comprender que solo es posible por la presencia de todos esos granos.

De este mismo modo, alcanzar el conocimiento de Brahman nos permite contemplar el paisaje y, así mismo, alcanzar el conocimiento del Atman, nos ayuda encontrar todos los elementos que conforman dicho paisaje.

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