El siguiente Kanda de la Ramayana nos cuenta las vivencias de Sita, Lakshmana y Rama en el bosque. Allí permanecerán durante diez años peregrinando por las diferentes ermitas, embebiéndose de la sabiduría de los sabios y liberando el lugar de todos los rakshasas que perturban su paz.
Cuando Rama entró en el imponente bosque de Dandaka, vio que lo habitaban ciervos y otros animales, incluyendo osos y tigres. Los árboles estaban cubiertos de enormes plantas trepadoras y enredaderas, y nadie había cuidado de los lagos y los estanques.
Pero pronto aparecerían los problemas: un terrible rakshasa aparece ante ellos:
El rakshasa que se alimentaba de carne humana, tenía los ojos hundidos y unas enormes fauces, rugió como el trueno. Su enorme panza temblaba y se agitaba cuando se movía y sus miembros estaban torcidos y deformes. Se cubría con una piel de tigre manchada de sangre y grasa y atormentaba a todos los animales del bosque. En el momento en que se abalanzó sobre Rama, Lakshmana y Sita, pudieron ver que en la punta de su lanza llevaba empalados tres leones, cuatro tigres, dos lobos, diez ciervos, y una cabeza de elefante, cuyo colmillo todavía mostraba un rastro de sangre coagulada.
El demonio se acercó a Sita y la tomó por la cintura, lo que despertó la ira de Rama y de Lakshmana.
Rama colocó la más recta y afilada de sus flechas en el arco. Siete flechas con punta de oro que ardían cual lengua de fuego volaron como el viento y partieron el aire con un silbido. Atravesaron el cuerpo del rakshasa y éste cayó a la tierra.
Sin embargo, el demonio, que respondía al nombre de Viradha, parecía ser invencible, por lo que la lucha continuó.
Hasta que consiguieron encontrar su punto débil
Entonces Lakshmana cercenó con rapidez el brazo derecho del rakshasa y Rama el izquierdo.
El rakshasa, que era oscuro como una nube, cayó de nuevo al suelo pero esta vez sin brazos, como una montaña derribada como un rayo.
Cercenaron el otro brazo y, en ese momento, Viradha descubre su verdadera realidad:
En realidad soy el Gandharva Tumburu, tengo este horrible cuerpo de rakshasa porque kubera dejó caer sobre mí una maldición
Así pues, consiguen liberar al rakshasa de la maldición del cual ha sido presa. Comenzando así la primera de las aventuras de Rama, Sita y Lakshmana en el bosque.
En su periplo, conocieron a muchos sabios, entre ellos a Sharabhanga, a Sutiksna y a Agastya y su esposa, ante los cuales Rama, Lakshmana y Sita se presentan y reverencian.
Al principio, los sabios y asceta temen la llegada de Rama, pues piensan que su estancia en el bosque pueda dar lugar al enfado de los rakshasas y que estos perturben su paz. Sutiksna comunica este malestar entre los sabios del bosque a Rama, pero este le realiza una promesa: matará a todos los rakshasas que residen en el bosque para que los ascetas no teman ser perturbados a la hora de hacer sus ritos y sacrificios. Su promesa se extiende a todos los rakshasas que pueda encontrar.
Es por ello que Sita, temiendo por que su marido se desvíe de las buenas acciones, habla con él en una hermosa disertación para que recuerde que él es protector de todas las criaturas, y que podría darse el caso de que diera muerte a un rakshasa siendo tal inocente, pero Rama la tranquiliza diciéndole que ha de cumplir su promesa y que, sobre todo, ha de proteger a aquellos que causan el bien a otras criaturas, como los sabios y ascetas.
Simbología y significado
El bosque representa lo desconocido. En nosotros simboliza esa parte del subconsciente, o bien la Sombra que poseemos y que al explorar descubrimos fenómenos benignos y malignos. Cuando caminas por un bosque, nunca sabes qué encontrarás al otro lado de ese árbol. Así pues, su periplo por el bosque los lleva a encontrar luces (en los sabios) y sombras (en los demonios) al igual que nosotros,cuando dirigimos nuestra mirada hacia el interior, también podemos descubrir luces y sombras.
Y sucede que a veces, cuando alguna sombra amenaza con atacarnos, al destruirla, nos damos cuenta de que en su interior albergaba una naturaleza divina. Es de este mismo modo que cuando Rama y Lakshmana destruyen al terrorífico Viradha, descubren que su verdadera realidad era divina. Enfrentarnos a nuestros propios demonios puede dar lugar a descubrir dentro de nosotros qué encierra ese miedo, que muchas veces se manifiesta como una coraza que protege un corazón sensible y hermoso.