Muchas personas ven, de repente, truncadas sus vidas a consecuencia del Daño Cerebral Adquirido (DCA). Cambia todo. De repente, ya no puedes mover del mismo modo que antes tus extremidades, te cuesta concentrarte, memorizar datos, a veces eres incapaz de articular palabras, o te cuesta controlar tus emociones. Toda tu vida se ve modificada por un instante… Comienzas un nuevo proceso de aprendizaje, a veces muy lento, otras veces rápido y otras, casi imperceptible… Sin embargo, de los cambios, de los golpes emocionales también podemos sacar luz, podemos aprender de ellos, y podemos tomar contacto con nosotros mismos desde otras perspectivas. Este es un artículo donde desarrollo algunas ideas sobre el Daño Cerebral Adquirido, y de cómo el Yoga, en toda su inmensidad, también puede convertirse en un gran aliado nuestro.

¿Qué es el DCA y qué consecuencias puede tener?

El Daño Cerebral Adquirido (DCA) es una lesión súbita que puede producir secuelas físicas, psicológicas y sensoriales, por lo que las personas que han sufrido esta dolencia pueden presentar anomalías en la percepción sensorial, alteraciones cognitivas y alteraciones emocionales y de la personalidad.

Las causas por las que puede aparecer el DCA pueden ser varias:

  • Un traumatismo craneoencefálico (TCE).
  • Un accidente cerebrovascular (los conocidos “ictus”) (ACV).
  • A consecuencia de tumores cerebrales.
  • Anoxias (falta de oxígeno) en el cerebro.
  • Infecciones.

Los traumatismos craneoencefálicos se suelen producir por accidentes. Muchas de las personas jóvenes que sufren un DCA ha sido como consecuencia de golpes violentos que les ha provocado el daño: en el mundo deportivo, por ejemplo, se dan muchos casos de personas jóvenes que reciben fuertes impactos y que desencadenan en dichos traumatismos, así mismo, los accidentes de circulación son otras de las grandes causas. En estos casos en que se produce el TCE, se absorbe bruscamente una gran cantidad de energía cinética que deriva en este tipo de secuelas.

El ictus, por otro lado, se produce cuando se interrumpe de manera repentina el flujo sanguíneo en alguna región del cerebro, lo cual provoca isquemia (disminución de la circulación de la sangre a través de las arterias), con la consecuente pérdida de la función responsable de ese área del cerebro.

En el caso de los tumores, las células anormales crecen y se multiplican en el cerebro o alrededor de él, limitando las capacidades.

Estas circunstancias producirán, por tanto, una serie de secuelas, que podemos dividir en cinco grandes grupos:

  • Problemas en el nivel de alerta.
  • Problemas de cognición y de comunicación.
  • Problemas de control motor.
  • Problemas emocionales y de la personalidad.
  • Problemas en las actividades básicas de la vida cotidiana.
  • Problemas de la recepción de información.

Problemas derivados del nivel de alerta

Tras sufrir un TCE o ACV, existe la posibilidad de que haya una pérdida de consciencia, dando lugar a un estado de coma que será valorado según diferentes medios y escalas (como la escala Glasgow), para determinar en qué nivel de alerta se encuentra la persona afectada.

Problemas derivados de la cognición y de la comunicación

Entendemos por “cognición” las funciones psíquicas que poseemos y que nos ayudan a analizar y percibir lo que nos rodea. Gracias a estas funciones podemos reflexionar, aprender cosas, comprender y descifrar mensajes, tomar decisiones basadas en un razonamiento, organizar nuestras vidas, etc. La cognición implica la capacidad de atención, de concentración, de memoria, de análisis, etc. que pueden ir desde saber descifrar una información hasta preparar un viaje con unos amigos.

Cuando se produce el DCA, algunos de los problemas derivados de la cognición pueden ser temporales y desaparecer pronto (casos de confusión mental, memoria, etc.) sin embargo, en otros casos puede mantenerse en el tiempo. Muchas veces, los propios afectados dejan de percibir la verdadera situación en la que se encuentran y sus implicaciones, por lo que no es inusual que quieran volver a conducir, a ir al trabajo, etc.

En el caso que de la lesión se produzca en el lado del cerebro en el que se involucra la comunicación (el lado izquierdo principalmente), pueden surgir las llamadas afasias.

Las afasias se presentan como dificultades en la comunicación: la persona que la padece puede tener dificultades para comprender el lenguaje verbal, o puede ser incapaz de leer un mensaje (alexia), o de emitir un lenguaje comprensible para quienes les rodean. Otras veces los problemas de comunicación son más específicos, y la persona no puede nombrar objetos cotidianos.

Normalmente, los trastornos afásicos no se presentan aislados, sino que se asocian unos con otros. En algunos predominarán los problemas de comprensión y en otros los de expresión, como la articulación del habla (incapacidad de emitir algunos sonidos, o bien incapacidad de emitir la voz).

Estos trastornos son los que más incomprensión social pueden generar.

Problemas derivados del control motor

Cuando la lesión se produce en la región frontal y parietal de los hemisferios del cerebro, y en el tronco cerebral, puede dar lugar a distintos trastornos motores como la hemiplejia (parálisis en la mitad del cuerpo) o la hemiparesia (pérdida de fuerza y destreza en una mitad del cuerpo).

Otros trastornos que pueden darse son la espasticidad, que implica un tono muscular anormalmente elevado en algunos grupos musculares, y en otros la pérdida de fuerzas que pueden dar lugar a posiciones anómalas (como garra palmar, flexión del codo o la rodilla, pie equinovaro…) que pueden crear dolor y discapacidad.

Puede aparecer parálisis en la zona inferior del cuerpo, y, sin embargo, conservar la movilidad de las extremidades superiores, o quizás faltas graves de movilidad que pueden dar lugar a un alto nivel de discapacidad y una baja autonomía en los movimientos. En los casos más severos puede existir coetáneamente:

  • Escasa capacidad de control sobre los movimientos de la cabeza.
  • Dificultad para sentarse sin apoyos.
  • Dificultad para ponerse de pie sin ayuda.
  • Problemas de deambulación.

Estas personas necesitarán el uso de una silla de ruedas para poder desplazarse, e incluso un cambio de dominación manual. Así mismo, también puede afectar a la deglución o el control de esfínteres.

Problemas derivados de las emociones y la personalidad

Muchas personas que sufren de un DCA pueden verse afectadas en su plano emocional y personal. En el plano emocional, puede aparecer inestabilidad emocional, síndrome depresivo, la pérdida sobre el control de las expresiones del llanto, de la risa, etc. Estas personas pueden pasar de la risa al llanto en cuestión de segundos, o bien pueden emitir emociones desproporcionadas a la realidad del momento.

En los trastornos personales, existen, en general, dos tipos:

  • La persona desinhibida: estas personas tienen dificultades para refrenar sus impulsos, o bien de reservarse lo que piensan, o quizás tratan con excesiva familiaridad a las personas que las rodean, siendo su comportamiento invasivo y socialmente inadecuado.
  • El otro caso es el de la persona apática, con falta de motivación, indiferencia emocional, y tendencia a la inactividad. Suelen permanecer calladas y quietas si no hay nadie que los estimule. Es necesario referirse constantemente a ellas para que vuelvan a la actividad.

En estos casos también pueden aparecer episodios agresivos, que hacen que la integración social se vea dificultada.
Problemas derivados de las actividades de la vida diaria.
La pérdida de autonomía implica, a su vez, la pérdida de autonomía en las actividades de la vida diaria, que suelen obtenerse mediante las capacidades de alerta, percepción, cognición,e etc.

Problemas derivados de la Recepción de la información

Nosotros recibimos la información a través de canales sensoriales: la vista, el oído, el equilibrio, el olfato, el gusto, la propiocepción, etc.) y a través de los canales sensitivos (el tacto). En las personas con DCA estos canales pueden verse afectados, por lo que la recepción de la información se hace más dificultosa.

Como puedes ver, el DCA puede manifestarse en muy distintos ámbitos de la persona que pueden ser de fácil convivencia o ser muy graves y condicionar toda la vida. Es un antes y un después que aparece de repente en nuestra vida y que la modifica casi por completo. Y no solo es un cambio para la persona afectada, sino para todo su entorno, para la familia y los amigos, convirtiéndose en una experiencia común en la que todos se ven implicados en mayor o en menor medida.

El proceso de recuperación en muchísimas ocasiones se torna lento y paciente. Poco a poco se vuelven a desarrollar las capacidades con que antes se contaba, o se aprende a vivir con la nueva situación con la que nos encontramos.

Quizás se necesite recuperar la autonomía o la movilidad de ciertos miembros del cuerpo, o mejorar la concentración, la memoria y la capacidad de organización, o bien necesitemos aprender a beber y comer de nuevo o a regular nuestras emociones.

Cada persona es un mundo, cada una de ellas necesitará mejorar o desarrollar algún aspecto para conseguir una vida lo más normalizada y autónoma posible.

¿De qué manera puede ayudar el Yoga?

Como ya hemos visto, el daño cerebral aparece de manera súbita en la vida de las personas y pueden implicar trastornos sensorio-motores, emocionales y conductuales. Estas personas manifiestan un profundo cambio en sus vidas y, en muchas ocasiones, se encuentran con la incomprensión y el rechazo hacia sí mismas y de su propio entorno.

El Yoga es una disciplina que puede ayudarlos a una recuperación más temprana y estable. El Yoga es una una ciencia que abarca prácticamente todos los planos y esferas en las que se desarrolla el ser humano: el equilibrio psicofísico y energético, la armonía con el entorno, la serenidad del espíritu… Son tantas y tan numerosas las técnicas que las distintas sendas del Yoga proponen, que es prácticamente imposible no encontrar algún medio de alcanzar el equilibrio a través del Yoga.

Pero aquí vamos a hablar del Hatha Yoga, el Yoga Físico, como posible vía para la práctica del yoga adaptado a personas que han sufrido un DCA.

El Hatha Yoga es la vía o sendero que nos enseña a encontrar el equilibrio psicofísico a través de la práctica de los Shatkarmas, las Asanas y de los Pranayamas, es decir, la higiene personal, la postura y del control de la respiración.

Los Shatkarmas son diferentes técnicas que nos ayudan a conservar una buena higiene tanto interna como externa. A través de diferentes técnicas conseguimos eliminar de nuestro organismo las toxinas y desechos que, de no ser así, pueden dar lugar a la enfermedad. Son técnicas personales, que se dan a conocer para que cada persona pueda llevarlas a cabo en su ámbito higiénico personal; no obstante, otras -como la técnica de Nauli– pueden ser ejecutadas de una forma más social y fácil.

A través de las Asanas establecemos una consciencia especial diferente en cada parte de nuestro cuerpo, desarrollando un sentido de respeto, valor y compasión hacia todo esa esa esfera material que forma parte de nosotros: cada órgano, cada miembro, cada célula… procurando así ver el cuerpo como la sede de la persona, del Yo; como un vehículo sagrado para nuestro servicio, el templo donde tiene lugar el encuentro con el propio ser.

Las asanas no solo implican un movimiento articular y una posición determinada en el espacio. Cada una de ellas contiene un significado profundo, que penetra en nuestra concepción mental, en nuestros procesos cognitivos y en una revelación energética y espiritual cuando profundizamos y meditamos sobre ellas.

Cuando ejecutamos una asana, todo lo que somos se manifiesta en ella, y podemos comprendernos a nosotros mismos. Es decir, no solo es algo estético, sino que va más allá del pensamiento. Una historia, un por qué, acompaña a cada una de ellas. No se trata de qué forma posea, sino de qué significa para nosotros, qué potencia en nosotros.

El Pranayama es el otro vértice de la piedra angular del Hatha Yoga: el control de la respiración implica el funcionamiento correcto todos los sistemas de nuestro cuerpo, así como el control de la labilidad emocional y del flujo continuo de pensamientos que muchas veces se manifiestan en nosotros. La respiración se convierte en un puente que conecta el cuerpo con la mente: el Yo con el Todo. Ser conscientes de los cambios sutiles que se manifiestan en nuestra esfera psicofísica y en nuestro entorno para encontrar en la respiración una aliada que nos permita percibirnos como parte de ese todo, en un constante equilibrio.

En el plano mental, la identificación del pensamiento, la conciencia de los mismos, van a ayudar a poder controlar de una manera más efectiva nuestros estados emocionales, identificándolos, captando el pensamiento que los desencadena y que da lugar a ellos. De esa forma, se alienta también a modificar la propia conducta, a inferir aquellas acciones y pensamientos que realmente nos ayuden a crecer: trabajamos con el pensamiento positivo, evitando dejarnos arrastrar por el flujo continuo de estos.

Este triángulo se cimienta sobre una base sólida donde tienen lugar los principios del Yoga: la compasión, la no violencia, el respeto, la humildad, la verdad, la aceptación, el contento, la positividad… son algunos de los muchos valores que la práctica del Yoga, en cualquiera de sus sendas, ha de intentar transmitir, alcanzando, en última instancia, el un desarrollo más espiritual que se refleja mediante la conciencia del Ser como un todo, en el que cada parte influye en el bienestar.

Sentimientos de pertenencia, de amor, de compasión, de alegría, de positividad y de aceptación pueden ayudarnos a llevar una vida más digna, a valorarla en toda su dimensión y medida. Aprender que la vida es un lienzo en blanco con el que puedes cargar, o sobre el que puedes pintar en cualquier momento, en cualquier instante.

El DCA es una irrupción en nuestra vida. Lo es. Sin embargo, se nos presenta una oportunidad de volver a disponer de nuestro propio lienzo: de dibujar en él aquello que a partir de este momento vamos a ir desarrollando. Ahora somos conscientes de qué colores queremos que aparezcan en él. Somos consciente de la importancia de lo cotidiano, de lo sagrado del día a día. Es una oportunidad de ver cada pequeño progreso, cada pequeño instante como algo lleno de color, de sabiduría, de vida, de luz.

Practicando Yoga con DCA

Allá por el mes de Noviembre recibí una llamada: Natalia, una de las terapeutas de la Asociación de Daño Cerebral de Cádiz (ADACCA) me proponía realizar alguna sesión para los usuarios del Centro.

Era la primera vez que afrontaba una situación como esta. Había elaborado talleres para personas mayores, para personas con movilidad reducida, pero hasta el momento no había planteado un taller para personas con daño cerebral. Por lo tanto, en mi camino se manifestaba un nuevo reto: adaptar el Yoga y sus técnicas al DCA.

Tras un pequeño taller introductorio, donde se daba a conocer las técnicas del Yoga, y que a mí me sirve como orientación para saber cómo enfocar las sesiones y dirigir las clases, decidimos poner en marcha de manera continuada las clases de yoga para personas con DCA.

¿Cuáles son los objetivos de este taller?

Veamos, lo primero que había de hacer era informarme lo mejor posible de en qué consistía eso del DCA, que consecuencias tenía, de qué manera sucedía y, lo más importante, qué ocurría después del accidente, cómo cambiaban las vidas y las personas.

Veía que en realidad los usuarios de la Asociación cada día realizaban distintos ejercicios que los ayudaba a mejorar su autonomía personal y su integración social. Disponen de fisioterapeutas, psicólogos, logopedas, terapeutas, etc. que les permitan llevar una vida lo más adecuada posible. Por lo que el enfoque que debía plantear debía ser distinto, tener ese “algo más” y que no se redujera a ser meramente una puesta en marcha del aspecto psicofísico pero que, sin embargo, sí contuviera en sí mismo distintos apoyos y técnicas para mejorar los distintos aspectos motores, cognitivos, emocionales, personales y demás.

Realmente se trataba de practicar el Yoga más puro, el yoga esencial, el que comulga con la idea del desarrollo de la conciencia personal. Así pues, las clases se sustentan sobre una base práctica de asanas, en las que vemos distintas secuencias que, aun siendo constante cada día, vamos explorando y conociendo poco a poco. Así mismo, mediante las distintas técnicas respiratorias vamos acercándonos al conocimiento interior a través de la Respiración y, pro último, una relajación donde nos convirtamos en exploradores de nuestro cuerpo, de nuestra mente y de toda nuestra vida interior.

Las asanas

De las personas que sufren DCA, muchas presentan dificultades motoras, desde hemiplejias, espasticidad de algunos miembros, hasta la imposibilidad de mantenerse de pie, por lo que básicamente las asanas habrían de ser con bases sólidas y amplias: sedentes y supinas son las más usuales, con el tiempo, introduciremos las cuadrupedias y, quizás, las de bipedestación.

Por ahora, trabajamos sobre la base de las que nos permiten tener un apoyo amplio: el Sastre, el Bastón, se convierten en las grandes aliadas para las posturas sedentes, mediante las cuales construimos cientos de asanas y de historias: torsiones, lateralizaciones, flexiones, concentración, meditación….

Las asanas supinas, nos permiten una mayor base, gracias al contacto con el suelo, y desde ahí articular todos nuestros miembros de un modo seguro y afianzado: el Pilar, el Puente, el Nido de los vientos, el Cocodrilo o la Mariposa Extendida son aquellas asanas que vamos a ir explorando en nuestro camino de comprensión y autoconocimiento.

En general, se trata de ver el cuerpo y de inferirlo de un modo distinto: poniendo toda nuestra intención y nuestro ser en él, entendiendo su propio lenguaje, comprendiendo su propia idiosincrasia y utilizando como una vía de autoconocimiento.

Los Pranayamas

Los Pranayamas son, a su vez, aquellos que nos sirven de base para desarrollar con posterioridad los más avanzados: la Respiración circular, la Respiración Triangular, la Respiración Victoriosa, o la Respiración Equitativa son algunos de los que vamos trabajando… para así prestar atención al pensamiento, y con el pensamiento a las emociones. Comprender la relación unívoca que existe entre la respiración y lo que sucede en nuestra mente.

Las Meditaciones

Y dentro de la práctica, el momento de las meditaciones, o también de la relajación del cuerpo… Vida, Amor y Risa son nuestros pilares básicos en los que sustentar toda la práctica del Yoga. Entender la Vida como ese lienzo en blanco con el que puedes cargar o sobre el que puedes pintar tu historia. El Amor como ese Halo que todo lo envuelve y que te permite disfrutar de cada momento y la Risa como reflejo de la alegría del alma, de la alegría de la existencia, única e irrepetible.

Tres modos diferentes para una misma Realidad: el cuerpo, la respiración, la mente. Tres vías de purificación para convertir el Yoga en esa esencia que puede servir de nexo de unión de cada rutina, de cada cotidianidad.

¿Cuál es la estructura de la clase de Yoga?

Cada día que tenemos sesión comenzamos con una Toma de Consciencia, en la que nos sentamos, nos damos la bienvenida y saludamos la sesión con el sagrado “Sudinah Namaskara”, con el que hacemos una reverencia a lo más sagrado que cada persona tiene en sí misma, a su luz. Tras relajarnos unos instantes y olvidar todos los problemas del día a día, comenzamos con el calentamiento del cuerpo y de las articulaciones: ejercicios sencillos, de movilización articular que nos ayude a despertar el cuerpo y a que la energía fluya.

El cuerpo ya caliente nos invita a intensificar su energía mediante la adaptación del Surya Namaskara sedente; una adaptación del conocido Saludo al Sol en posición sentada bien en una silla, bien en el suelo.

A continuación llegan las Asanas. Cada semana indagaremos en una en concreto, que nos ayudará a ver cómo nos sentimos, cómo nos encontramos y de qué manera podemos sacar todo el beneficio que nos aporta en nuestro aspecto físico, mental y espiritual. De las posiciones más intensas pasaremos a una gratificante relajación.

Y de aquí los Pranayamas, para dar cohesión a la práctica, donde revitalizaremos con una energía nueva, restaurativa, enriquecedora, que nos cargará las pilas para continuar el día, o bien nos ayudará a relajarnos de todo el estrés y tensión acumulados.

Y, por último, la relajación en la que se pondrá de manifiesto aquellos aspectos psicológicos de la práctica correspondiente, donde introduciremos los principios, valores y filosofía del Yoga como medio de alcanzar el desarrollo personal y espiritual. Un momento en el que confluye todo lo obtenido hasta el momento para darle una unión, un sentido total a la práctica.

La despedida de la clase se realiza mediante el canto del mantra OM tres veces, para no olvidar que somos Unión, que somos Yoga. Que la espiritualidad se manifiesta en nosotros en cada instante y en cada vibración: Om, para uno mismo; Om para todo lo que me rodea y Om para comulgar con lo Sagrado, con la Existencia o la Divinidad.

El Yoga con ADACCA

Cada lunes nos reunimos para practicar un poco de Yoga: para relajar el cuerpo, la mente, deshacernos de los malos rollos y la tensión que hemos ido acumulando y tomar contacto con nosotros mismos, para entrar en  nuestro interior. Todos los lunes, a eso de las doce, comienzan a desfilar por la sala Bernardo, Carmen, Reme, Dandi, Vanessa, Olga, Tere (a la que siempre cambio el nombre y la llamo Mercedes), María, Ramón… Y todavía quedan por incorporarse Jesús y Carmen, y que ya vinieron a nuestro primer taller. Y junto a ellos, como pilares básicos que permiten una práctica fluida, aparecen Natalia y Miguel, los terapeutas, a veces acompañados de otras personas que nos ayudan a que cada uno de los practicantes puedan tener una práctica cómoda y fluida. Es el momento de cerrar los ojos, y de interiorizar, de practicar Yoga. Un momento de conexión pero también de desconexión… De detener la mente y de activar nuestra Conciencia. Conciencia en el aquí y el ahora.

Disfrutando de ser, de estar, de existir…

Y, para concluir…

Como ves, esto no son más que algunas pinceladas que he querido transmitir para aquellas personas que se interesen en la relación que pueda existir entre el Yoga y el DCA. Toda la práctica está adaptada, en su conjunto, a las personas que participan de ella. Hemos ido probando diferentes técnicas, y seguiremos probando muchas más, para ver de qué manera podemos adaptar el Yoga a cada realidad única.

Quizás seas instructor o instructora y necesites conocer un poco más sobre la adaptación del Yoga para el DCA… Quizás te interese incorporar su práctica para algún familiar, o quizás tú mismo o tú misma hayas sufrido un DCA y quieras ver de qué manera el Yoga puede ayudarte. Esto no son más que pinceladas, como digo… Una presentación muy general de un enfoque concreto del Yoga para este tipo de casos. Sin embargo, aún queda mucho que hacer y que decir. A medida que la experiencia me vaya dando los conocimientos necesarios para ir transmitiendo mis experiencias, mis decisiones, errores, aciertos… iré exponiéndolo aquí, en la web, o en el blog, o en el facebook… Así que si tienes cualquier pregunta o duda, no dudes en escribirme, o dejarme un comentario, pues toda opinión siempre será bienvenida.

Hari Om

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