¿Qué es el Ashtanga yoga? En este artículo voy a daros una definición de manera breve y sencilla -espero- de las ocho ramas del yoga que describe el sabio Patanjali en los Yoga Sutras que además, también podrás ver en el vídeo de youtube insertado)
Cuando hablamos de practicar Yoga, muchas veces –en demasiadas ocasiones– nuestra idea se reduce a la parte física, en la que, a través de las asanas, vinyasas, karanas, y secuencias, vas desarrollando tu cuerpo físico: fortaleciendo, flexibilizando y tonificando tus músculos y articulaciones. Sin embargo, para el verdadero Yogui, este no es el objetivo final de su práctica… De hecho, ni siquiera es lo más importante de la misma. Su idea no es obtener un cuerpo esbelto, tonificado, hermoso… Sino alcanzar un estado de plenitud vital a lo largo de una senda que va más allá de un cuerpo físico ideal.
En este artículo voy a proceder a explicaros el Ashtanga Yoga, el Yoga de los Ocho Miembors que el sabio Patanjali desarrolló en sus Yoga Sutras, donde qué debemos hacer para alcanzar el Samadhi.
Introducción
Muchas veces en clase, suelo comentar a los alumnos que cada uno tiene sus propias motivaciones para iniciar –o continuar– su práctica de Yoga. Existen tantos motivos como personas que practican y cada uno es igual de loable. Puede ser que el médico te haya recomendado practicar porque tengas algún problema de espalda, o necesites mejorar tu ansiedad, o que alguien te haya hablado de sus beneficios y te hayas decidido a probarlo, o que te encuentres indagando en un camino espiritual… O que ese día, a esa hora concreta, resulta que no tienes nada que hacer y, para echar el ratito, pues te viene bien…
Yo suelo compararlo con un poema y con cada lectura que ese mismo poema recibe dependiendo de quien se acerca a él: algunos leerán el poema del mismo modo que leen un anuncio, para otros el poema le evocará algo bonito, otros verán una oportunidad de ampliar su vocabulario, otros sentirán el poema muy dentro de sí, otros querrán ir más allá del poema y descubrir qué hay detrás de cada palabra… Aunque, en realidad, todos los puntos de vista son igual de válidos.
Como os digo, con el Yoga pasa igual. Cada uno tiene su punto de vista… Sin embargo, hemos de tener clara una idea: aunque tú puedas quedarte en cualquier punto del sendero del Yoga, este se desarrolló con un objetivo: trascender nuestras limitaciones y alcanzar la Conciencia Suprema, que significa el estado de Unión con el Todo. Llámalo Liberación, o Samadhi, o Nirvana, o Moksha, o Autorrealización, o Emancipación… o Como Quieras… Pero de esa intención nace esta disciplina y es algo que los profesores de Yoga no podemos dejar atrás en nuestras clases.
A veces, dentro de nuestro gremio, existe cierta reticencia a hablar de estos aspectos más sutiles de la filosofía del Yoga. Intentamos que no se malinterpreten los conceptos, la concepciones, la filosofía, y en muchísimas ocasiones caemos en un Yoga que más que Yoga se trata de una terapia indiferenciada de cualquier otra que, aunque loable, pues no es el objetivo final.
Cuando comencé en la enseñanza del Yoga, temía que alguna de las ideas o conceptos no fueran bien interpretados, o que quizás los alumnos las relacionaran con ideas de tipo sectáreo, o religioso, o quizás algo producido por una mente muy imaginativa y que un puñado de personas en todo el mundo se habían creído. Por supuesto, esto solo respondía a mis propias limitaciones… pero existía ese miedo… quizás hubiera heredado algunos miedos de aquellos Maestros que, por su propia experiencia vital, los habían ido desarrollado. Sin entrar en el meollo, es cierto que, a veces, por desgracia, se han dado por ciertos algunos preceptos del Yoga que no tienen nada que ver con el Yoga y que responde más bien a un pensamiento alejado del mismo. Esto ha influido para no crear más confusión en las personas que acceden al Yoga y que puedan encontrar en él lo que no es. Por suerte, la expansión de esta disciplina, está sanando esta concepción que en muchos puntos de nuestra geografía han arraigado profundamente.
En vista de ello, un día pensé que, en realidad, tenía que superar ese estado temeroso, pues aunque cada persona se acerque al Yoga por un motivo concreto, que puede estar lejos del sentido espiritual, la realidad era que el Yoga sí tiene un sentido espiritual, y que hay que plasmarlo en cada una de las clases de alguna manera.
De lo religioso, de lo espiritual y de la creencia en Dios
Antes de proseguir, creo que es importante limitar –y extralimitar– algunas ideas y conceptos. El primero es el de “religiosidad”, y el de ser religioso.
De manera natural, cuando hablas de religiosidad, enseguida te imaginas a un sacerdote, una monja, un devoto, un templo, etc. donde se idolatra a un Dios, o a una Idea, o a un Objeto Votivo. Y en el momento en que explicas que la religión, el ser religioso, en realidad no tiene nada que ver con una creencia o una no creencia, aparecen las caras raras… pero… es que es cierto: ser religioso no es creer en Dios – siempre pongo el ejemplo de los budistas, que son religiosos y no tienen ningún Dios Creador –. Un ateo, el ateo más acérrimo que hayas podido encontrarte en tu vida, puede ser alguien religioso. Y el creyente más acérrimo que hayas encontrado en tu vida, puede que ni siquiera se acerque a la religión.
¿Qué es, entonces, la religión y qué significa ser religioso?
Religión procede del latín RE-LIGARE, que significa “volver a unir”. La religión es, por así decirlo, “volver a estar unido”. Es decir, alcanzar el Estado de Yoga.
Para ser religioso, solo tienes que estar unido. Y estar unido significa comprender y entender que tú formas parte de un Todo, que tu presencia es fundamental en todo este tapiz que es la vida. Quien es religioso es quien ve a su semejante como a sí mismo, quien comprende que no está solo en el mundo, sino que confluye con él: eso es la religión, eso es ser religioso. No se trata de si crees en Dios o no crees en Dios, de si vas todos los días a la Iglesia o de si recitas mantras… No tiene nada que ver con eso. Podrías ir todos los días, podrías ser incluso un alto cargo de tu Institución Religiosa, y no ser religioso, porque entiendas que no tienes nada que ver con las personas que te rodean, con la Naturaleza, con el Mundo y con la Vida en General.
Por eso, cuando hablamos de Yoga, de las Ideas del Yoga, del Camino y del Sendero que se sigue, no estamos hablando de un nuevo dogma, de una nueva Creencia Religiosa, sino de un Camino Vital, existencial, de un Camino de Religión, de volvernos a unir, de sentirnos integrados en la Existencia, de dejar a un lado nuestro sentimiento dual en el que está el mundo y nosotros, y sentirnos pieza clave de este mundo: tanto nosotros mismos como todos y cada uno de los seres, los fenómenos y las cosas que nos rodean y que conocemos.
¿Qué es el Ashtanga Yoga?
Ashtanga Yoga significa el Yoga de los Ocho Pasos. Así fue como el sabio Patanjali describió el sendero que debemos seguir en nuestra vida para alcanzar ese estado de Unión con el Todo. En su sendero dio una serie de preceptos universales que poco a poco hemos de ir alcanzando para poder avanzar en nuestro desarrollo espiritual. En un primer momento, la jerarquía que estableció fue la que sigue:
YAMAS. La conducta social
Los Yamas son las restricciones sociales que debemos seguir para relacionarnos con nuestro entorno. Aunque parecen simples, en realidad cada uno de ellos entraña una profunda enseñanza. En todas las creencias religiosas existen cada uno de ellos, aunque fueron enfocados para un mejor control social; en el caso del yoga, es necesario profundizar completamente en ellos para encontrar su verdadero sentido. Más adelante, iré desglosando cada uno de ellos en artículos diferentes.
1. Ahimsa. No Violencia. No hacer daño de ninguna manera posible a ningún ser vivo, objeto o circunstancia: ni por tus acciones, ni por tus palabras, ni por tu pensamiento.
2. Satya. Decir siempre la verdad, sin embargo, no hacer daño con la verdad. Si esta verdad va a ser dolorosa, es mejor el silencio.
3. Asteya. No robar ni codiciar.
4. Bramacharya. Control de las pasiones.
5. Aparigraha. No poseer.
NIYAMAS. La conducta propia
Una vez que sabemos cómo relacionarnos con el medio, hemos de prestar atención a nuestra propia conducta.
1. Saucha. Ser limpios, higiénicos, estar purificados.
2. Santocha. Actitud de contento, de satisfacción.
3. Tapas. Austeridad, disciplina y práctica.
4. Svadhyaya. Introspección, autoconocimiento.
5. Ishvara Pranidhana. Actitud de entrega y rendición a lo Absoluto, a la vida o a la Existencia.
ASANA. La postura
Existe, de manera general, una idea equivocada –si nos basamos en el texto de Patanjali – acerca del significado de “Asana”. En muchas ocasiones, se interpreta este paso como la práctica de las asanas que conocemos en el Hatha Yoga – o en estilos similares –, en la que dedicas un tiempo a conformar una serie de posturas y secuencias como medio de práctica del Yoga. Realmente, cuando Patanjali menciona la realización de Asana, se refiere a aquella postura que has de conservar para alcanzar los siguientes estados o pasos del Yoga. Es decir, estamos hablando de una postura en concreto, que será la que te sirva de soporte para continuar en el sendero yóguico. Las posturas y secuencias son simples preparaciones para que tus músculos rejuvenezcan y puedas mantener la posición sedente durante más tiempo, así mismo, se trata de un proceso de liberación física y mental a través de la “organización” de tu cuerpo-mente.
Etimológicamente, reciben el mismo nombre, pues no hay que olvidar que Asana significa “postura”. Esto ha dado lugar a que se produzca esa idea errónea de que cuando hacemos las Asanas, estamos sumergidos en este tercer paso.
PRANAYAMA. El control / la expansión del Prana
Una vez que dominas la asana, y puede permanecer en una postura cómoda y estable, comienza el proceso de energización y de calma mental. El Pranayama se basa en técnicas respiratorias, donde toma un papel fundamental las retenciones y la activación de determinados bandhas y mudras en su realización (de otro modo, no podríamos estar hablando de Pranayama).
En este caso, el matiz etimológico también es importante. Se traduce en muchísimas ocasiones como “Control de la Respiración”, pero, sin embargo, no es exactamente así. No controlamos la respiración, sino que intentamos controlar el flujo energético en nuestro organismo. A través del respirar es como mayor aporte de Prana (o energía) obtenemos en nuestro organismo, el proceso respiratorio es la forma de hacerlo, sin embargo, no se trata de controlar el flujo respiratorio, sino de controlar, en última instancia, la energía que fluye en nosotros a través del flujo respiratorio (valga la redundancia).
PRATYAHARA. La abstracción sensorial
Cuando practicamos Pranayama, la mente consigue calmarse, y llega el momento de encontrar nuestro foco interno. Si comienzas a deshacerte de todas tus tensiones y ahondas en tu interior, encontrarás que la Esencia de tu Ser es paz, tranquilidad y calma. Que, en realidad, la tensión que desarrollas en ti viene dada por todo lo que sucede fuera de ti, en tu exterior. Existen infinitud de estímulos que constantemente nos llegan y que alteran nuestra calma interior: ruidos que escuchas, olores desagradables o agradables que llegan, frío, calor, imágenes grotescas, palabras malsonantes… pero también esos estímulos pueden proceder de nosotros mismos, a través de nuestros pensamientos.
Pratyahara es conseguir que ningún estímulo pueda influir en tu interior, ni arrancarte del estado en el que te encuentras.
DHARANA. La concentración
Cuando has conseguido que tu mente se estabilice a través del Pranayama, y que tus sentidos se calmen a través del Pratyahara, encuentras Dharana, la Concentración. La posibilidad de focalizar tu mente en un punto fijo, sea externo (un objeto, la luz de una vela…) o interno (una imagen, un pensamiento). Ahora todo tu ser comienza a identificarse con lo externo a ella.
DHYANA. La meditación
El penúltimo paso es el de la meditación. Has conseguido focalizarte en un punto fijo. En ese momento, ese estado mental se amplía para dar paso al estado meditativo, en el que la mente poco a poco va dejando de fluctuar de un pensamiento a otro para llegar a la calma, y a lo que Patanjali describió como chitta vritti nirodha o el “cese de las fluctuaciones mentales”.
SAMADHI. La Autorrealización
Y cuando alcanzamos el yoga chitta vritti nirodha, cuando la mente se calma y ya no hay mente, entonces alcanzamos el Estado de Autorrealización. Un estado que se caracteriza por la unión controlada de todos los aspectos de nuestro ser.
La práctica del Yoga ha de integrar cada uno de estos pasos
Estos son los ocho pasos que proponía Patanjali, y que en cada práctica de Yoga hemos de tener muy presentes. No se trata de poner en jaque nuestras creencias, tampoco se trata de mantenerlos olvidados… sino de asumirlos en la práctica del Yoga como algo inherente a la misma. Nuestra práctica ha de ascender por este camino espiritual, conservar cada uno de sus preceptos… pues, de otro modo, nuestro Yoga se convertiría simplemente en “algo más” y no en lo que verdaderamente ha de ser.
Pero, como siempre digo… quédate con aquello que a ti te venga bien, que te interese o que sientas que debes tomar… Sea como sea, estés en el punto que estés, estoy segura de que el Yoga va a influir positivamente en cada aspecto de tu vida.
¡Hari Om!