El 3 de Diciembre es el día de las Personas con Discapacidad. En esta fecha se trata de visibilizar la realidad de personas con necesidades diferentes y reivindicar una íntegra participación social en la que las diferentes circunstancias y realidades individuales sean tenidas en cuenta.

Por suerte, nuestra sociedad comienza a abrirse y a valorar las diferentes situaciones e intenta adaptarse a la idiosincrasia de cada individuo o colectivo, sin embargo, aún el camino es largo y aún hoy día existen prejuicios, ignorancia y falta de empatía con las personas que no entran dentro de la normatividad.

El instructor de yoga ante la discapacidad

Desde la perspectiva del yoga el panorama no es muy diferente. La integración de personas con diferentes necesidades es algo que en prácticamente todas las formaciones de yoga queda como algo muy lejano, y si se menciona algo de ello, se pasa de puntillas. Esto da lugar a un mayor alejamiento de la práctica para los diferentes colectivos. De hecho, aún es común hablar de ofertas como «yoga para discapacitados», ni siquiera se es consciente del correcto uso del lenguaje.

Incluso, los instructores y profesores de yoga sienten un tremendo vértigo cuando, de repente, alguien con alguna necesidad especial se interesa por las sesiones de yoga. Es normal que esto suceda, porque no solo es que no nos preparen en las formaciones de yoga para solventar las diferentes necesidades, sino que socialmente, aunque esté habiendo una apertura, como antes apuntaba, tampoco nos han enseñado a convivir los unos con los otros. A comunicarnos o a comprender al otro, la otredad y, por ende, integrarla.

En mi caso personal, no fue diferente esta realidad: nadie te enseña cómo gestionar una práctica para personas con necesidades diferentes. Por suerte, con mi formación y experiencia anteriores aprendí que no existe un modelo ideal de alumno, sino que puedes encontrarte con personas con diferentes necesidades y tienes que adaptar el currículo a estas circunstancias. Al comenzar a enseñar yoga, pronto me di cuenta de que no podía llegar a personas con discapacidad y entonces decidí ser yo quien se acercara a ellas. Primero, porque yo misma sufrí la negación del yoga por mis circunstancias personales (el sobrepeso y la obesidad) y entendí que basaban el yoga en una mentira clasista. Segundo, porque la iluminación o la trascendencia no podía estar vetada a los diferentes colectivos. Tercero, porque sé que el yoga obra una magia a todos los seres: transforma tu realidad. Cuarto, porque quería aprender cómo integrar la práctica de yoga (que, por cierto, aquí te dejo un decálogo de cómo realizar un taller de yoga adaptado). Por ello, decidí acercarme a colectivos para los que, hasta el momento, quedaba en las antípodas del pensamiento realizar una práctica de yoga. Así pues, elaboré talleres para personas con movilidad reducida, personas de la tercera edad o personas con daño cerebral

El Capacitismo en el Yoga

Es cierto que para adaptar una práctica de yoga, has de conocer las diferentes necesidades del grupo al que accedes. Personas con deterioro cognitivo, por ejemplo, o que su discapacidad sea cognitiva, necesitará un tipo de lenguaje, posturas y actitud muy diferente a personas con discapacidad física. El objetivo es transmitir una idea, un mensaje, una actitud, y este mensaje debe ser modulado según las circunstancias para que llegue y se entienda. Sin embargo, nunca hay que caer en la infantilización.

Cuando hablo con personas con discapacidad, o bien sigo a personas que hablan de su realidad desde la discapacidad, una gran parte de ellas hacen crítica de esta tendencia a infantilizarlas. A tratarlas como personas que no son capaces de tomar decisiones, o se las infantiliza, o bien justo al contrario, se las sitúa en un pedestal por, simplemente, vivir, existir y hacer su día a día.

En la práctica de Yoga esto sucede cuando descartamos ciertas técnicas porque pensamos que «no serán capaces». Obviamente, hablo de técnicas que, en realidad, sí pueden realizar y que más bien pensamos esto por los prejuicios que tenemos.

Esto lo he aprendido con el tiempo, también tengo que decirlo. En mi caso, ya de por sí siento un gran respeto por el cuerpo de la otra persona. Sé, por mi experiencia, que una mala corrección puede desencadenar en una lesión. Si a esto le añades que estás frente a una persona que, por ejemplo, es usuaria de silla de ruedas, se complica bastante la situación a la hora de hacer correcciones, ya que no tienes los conocimientos profundos y necesarios de fisionomía, biomecánica y demás que puedan darte la seguridad de poder hacer un movimiento correcto. Pero la solución es bastante sencilla: basta con preguntar.

Así pues, es necesario abandonar la idea de «no pueden» y abrazar la idea de «¿Cómo podrían…?

Algunas personas que me han enseñado a valorar la discapacidad y afrontarla de manera diferente son Oyirum, que os va a encantar y a enseñar muchísimo acerca de la discapacidad, o bien Enrique Bernabeu, en la que visibiliza la parálisis cerebral y también la sexualidad en la discapacidad.

El yoga debe ser Accesible

Otra de las cosas que me llaman la atención es que cuando se abordan las prácticas de yoga desde la discapacidad, se vuelven totalmente inaccesibles para la rutina del día a día. Cuidado, con esto no quiero estigmatizarlas, creo que pueden ser realmente enriquecedoras y transformadoras y, de hecho, estoy convencida de que lo son.

Pero claro, si mi idea es acercar el yoga de una manera fácil a las personas, y que estas se empoderen, o empoderen su propia práctica, contar con un sistema de cuerdas, poleas, y cientos de accesorios para así conseguir hacer Virabhadrâna II, me parece alejar a las personas del yoga. Ya no solo a los usuarios, sino a los propios profesores. Y no, acercar el yoga a personas con discapacidad no debería ser tan difícil ni necesitar tantas cosas.

Y no, en mi caso abogo por una práctica sencilla, accesible y que para realizarla solo necesites tu propia presencia y, quizás, una esterilla de yoga. Nada más.

¿Cómo adaptar la práctica de yoga a personas con otras necesidades?

Aquí viene el meollo del asunto. Cómo adaptar la práctica a personas con discapacidad o con diferentes necesidades. Es complejo y simple a la vez.

La manera de llegar – al menos la que yo tomé-. fue a través de la deconstrucción de las técnicas y de los propios conocimientos. Es plantarte ante una postura, por ejemplo, y comenzar a desentrañarla: ¿Qué buscas con la postura? ¿De qué manera se llega a ella? ¿Qué sucede cuando llegas a ella? ¿Cómo sales de la postura? ¿Qué pasa con tu cuerpo, con tu mente, con tu respiración? ¿Qué te evoca? ¿En qué planos se manifiesta? Todo ello te llevará a comprender cuál es el verdadero sentido de las posturas, qué se busca con ellas, cuál es su última realidad y todo eso, te ayudará. Pero sobre esto, pronto abriré un curso de yoga en la academia, así que si tienes interés, puedes ponerte en contacto conmigo.

Prácticas de yoga para personas con discapacidad

Tranquilidad. Por supuesto que tras soltarte todo el tocho, no me voy sin ofrecerte unas sencillas prácticas de yoga en silla. Estas prácticas están pensadas para que sean accesibles a una gran cantidad de personas. Ya sean personas con discapacidad o sin discapacidad. Recuerda, no obstante, que has de escuchar tu cuerpo y nunca sobrepasar tus propios límites. La importancia de la práctica de yoga no reside en la postura que haces, sino en la conciencia que tengas.

Secuencia completa de yoga inclusivo

Puedes realizar esta práctica de yoga en silla. Está orientada a personas con movilidad reducida y con deterioro cogntivo, sin embargo, cualquier persona puede beneficiarse de su práctica.

Yoga en Silla para personas con movilidad reducida

A continuación tienes una postura de torsión, que ayuda a compensar tanto las flexiones como las extensiones

En esta práctica te enseño la postura de flexión

Y también podemos hacer posturas como Virabhadrasana II, que nos ayuda a empoderarnos

Y continuar con la postura de Ardha Utthita Parsvakonâsana, que nos ayuda a abrir nuestros costados y respirar mejor

Y por último, una postura que sí que es más intensa, el medio Loto