La meditación es imprescindible en el Yoga, pero ¿qué es la meditación? ¿Qué significa dejar la mente en blanco? ¿Es posible vaciar la mente? ¿Qué tipos de meditaciones hay? ¿Cuál es la mejor técnica meditativa para mí? ¿Puedo empezar a meditar ya?… Estas son algunas de las cuestiones que muchos de nosotros, cuando nos adentramos en las técnicas meditativas, nos realizamos.

En este artículo vamos a explorar las claves de la meditación y las dudas más comunes -y no tan comunes- que surgen cuando vamos a comenzar a meditar. Para ello, iremos resolviendo cuestiones habituales, pero también otras de índole más profunda que pueden ayudarnos a comprender un poco más qué es la meditación.


¿Qué es la meditación y para qué sirve?

Meditar es entrar en un estado de no-mente. Un estado en el que la mente pasa a un segundo plano y despierta la Conciencia. Es darte cuenta en este preciso momento, en este instante de que eres y de que estás. Meditar es posicionarte en ese estado.

En nuestra vida, solemos vivir en la mente. La mente gobierna todo lo que somos. Nuestros sistemas de creencias, lo que pensamos de nosotros mismos y de los demás, de la vida, del entorno… Y nos identificamos con esos procesos mentales y con nuestras etiquetas. Sin embargo, tenemos la capacidad de contemplar todos esos procesos; es decir, de contemplar a la mente. De esa manera, nos damos cuenta de que todo cambia y fluctúa. Es ahí donde comprendemos qué es la conciencia e intentamos experimentar la existencia desde ese punto de conciencia.

La meditación es entrar en ese estado para experimentar la Verdad (con mayúsculas), es decir, la realidad de quienes somos verdaderamente.

¿Y qué utilidad tiene eso para nosotros? Pues seguramente porque nos enseñará a ver la vida y a vernos a nosotros mismos en nuestra verdadera dimensión. A comprender con una perspectiva diferente los procesos de la existencia.

¿Qué significa «meditación»?

Puede que no todo el mundo tenga claro qué significa “meditación”. Hasta el momento, cuando nos invitaban a meditar, se referían a que diéramos vueltas a un tema de manera profunda. A lo mejor nuestros padres nos decían «¡Medita sobre lo que has hecho!» y la idea era reflexionar acerca de esa circunstancia.

Con lo cual, nuestra mente entra en colapso cuando nos invitan por un lado a «meditar» y por otro lado a «dejar la mente en blanco»… “¿Qué es lo que tengo que hacer entonces? ¿Pienso? ¿No pienso? ¡¿Pienso que no pienso?!”

Pero no te preocupes que te resuelvo el problema: los «falsos amigos».

Sí, ya puedes quitar la cara de póker, que te explico. Las personas que enseñamos otros idiomas conocemos muy de cerca esto de los «falsos amigos» y se refiere a términos que se parecen mucho fonéticamente pero que no tiene nada que ver en su traducción, aunque pensamos que sí… Por ejemplo, ¿quién no ha pensado alguna vez que «embarrased» significaba «embarazada»? Pues eso…

Pues algo parecido nos pasa aquí.

El problema de los «falsos amigos» para entender qué es la meditación

Por un lado, tenemos el término de «meditación» (y aquí los ingleses tienen el mismo problema). En nuestra lengua no existe ninguna palabra que pueda traducir con todo su sentido el término «meditación». Es decir, con todo el sentido oriental. Porque no existe esta acción. A lo mejor se te ocurre el de «contemplación», que podría acercársele un poco, pero es que tampoco es exactamente lo mismo.

Cuando meditas (a la occidental) piensas sobre un tema en concreto y le das vueltas a la mente para profundizar sobre ello; a lo mejor se nos ocurre «contemplación» pero la contemplación siempre va a las altas esferas, es como la meditación pero a lo grande (la filosofía se basa en la contemplación para existir). La meditación es un estado en el que te encuentras, digamos que tendríamos que decir «yo estoy en meditación». Es un estado donde la mente no discurre sobre un tema, o si lo hace, está en un segundo plano y el interés va más allá de todo eso.

Así mismo, nos sucede con la idea de «dejar la mente en blanco». La de veces que me ha preguntado alguna alumna…. ¿Pero… cómo es? ¿Pienso que todo es blanco? Porque a ver, tiene lógica… Yo cierro los ojos y lo que veo es mi Chidakasha, que es negrísimo. Y ahora tengo que hacer un esfuerzo por verlo blanco?¿Pero qué le pasa al negro? En fin, la respuesta está de nuevo, en nuestros «falsos amigos». Y es que blank, en inglés, aparte de blanco, también significa vacío. No es que pongas tu mente en blanco, es que la vacíes.

Meditar es entrar en un estado en el que nuestra atención se centra en algo relacionado con lo espiritual, con la conciencia de ser, con la lucidez en el presente. Se trata de una observación, de convertirnos en observadores de nuestro mundo interior para ir descubriendo cosas acerca de nosotros, para ir conectando con nuestra verdadera realidad.

Así pues, cuando meditas lo que realmente has de hacer es convertirte en un espectador de todo lo que sucede en ti.

¿Qué quiere decir “dejar la mente en blanco”?

Recuerdo que cuando empecé a interesarme por la meditación, leía una y otra vez eso de “deja tu mente en blanco” y entonces directamente me imaginaba mi mente pintada de color de blanco… De nuevo nos encontramos con un problema de traducción de “falsos amigos”.

En español mind blank se traduce como “mente en blanco”, sin embargo, lo más acertado es traducirlo como “mente vacía”. De nuevo nos encontramos con el mismo caso que con el término “meditación”, al ser muy parecidos los términos “blank” y “blanco”, decidimos que la traducción sería “mente en blanco”, con todos los problemas que eso supone.

Sin embargo, ahora nos encontramos otro problema… ¿Y cómo puedo vaciar mi mente?…

¿Es posible vaciar la mente de pensamientos?

Lo cierto es que en este caso no lo sé. No sé si alguien ha podido vaciar literalmente su mente o no. Imagino que algún Maestro Iluminado ha conseguido cesar las fluctuaciones mentales, ¿pero a través del silencio de la mente…? ¿O a través del desapego de la misma….?

En muchas ocasiones se habla de la mente como nuestro archienemigo a combatir. La mente que da tantas vueltas, que te enreda, que no para de emitir pensamientos que van y vienen, que te crea una sensación como de estar atrapado en un torbellino constante… Sin embargo, una de las funciones de nuestra mente es precisamente esa: crear pensamientos.

Al igual que tu corazón late y no puedes pedirle al corazón que deje de latir, del mismo modo -al menos por el momento- tu mente crea pensamientos: es su función, pensar en cosas, recordar otras, crear otras, ir hacia el pasado, ir hacia el futuro… la diferencia estriba en el modo en que yo me relaciono con esos pensamientos y me identifico con ellos.

A la pregunta de si existe la mente vacía, yo me atrevería a decir que no, la mente no se vacía de pensamientos, del mismo modo que el corazón no para de bombear. Lo que sí creo y sé que podemos hacer es calmarnos ante la mente. No dejarnos llevar por su torbellino y movimiento.  Algo así como tener la opción de contemplar una peligrosa tormenta desde un lugar seguro: la observamos a través de un cristal, o desde la lejanía, evitando que la tormenta nos pille.

Es decir, no podemos vaciar la mente, pero sí podemos desapegarnos o desidentificarnos de nuestros  pensamientos.

¿Qué significa “desapegarnos o desidentificarnos” de nuestros pensamientos?

La mente suele crear pensamientos que tienen asociadas determinadas emociones; del mismo modo, cuando sentimos un determinado estado de ánimo, generamos pensamientos acorde con dicho estado. Esto nos lleva a sentirnos en el plano mental como una hoja que fuera a la deriva del viento: de repente estoy contento, viene un pensamiento como un soplo de aire, y paso a estar triste o enfadado… Luego de nuevo viene otro soplo y me siento más feliz… Así un pensamiento y otro, así un día y otro, así un mes y otro, así un año y otro… así toda la vida….

Sin embargo, tenemos la posibilidad de desidentificarnos de nuestros pensamientos convirtiéndonos en espectadores de los mismos. Para ello tendremos que comenzar a ser conscientes de lo que sucede en la mente: llevar la atención a cómo funciona, cómo va generando pensamientos y cómo yo reacciono a dichos pensamientos.

Cuando conseguimos convertirnos en espectadores de nuestros propios pensamientos, comenzamos a ver las cosas desde una perspectiva diferente. Ya, lo que antes se nos hacía un mundo, de repente nos damos cuenta de que no era tan importante; de que eso que me dijeron y que tanto me ofendió y me dejó malhumorado durante todo el día, ahora veo que en realidad pues tampoco era para tanto… De ese modo, poco a poco, vamos aprendiendo a no dejarnos llevar por las fluctuaciones mentales.

Observa durante un rato tu mente y date cuenta de la tontería que es hacerle caso

Cuidado, que no digo que no tengamos que hacerle caso nunca a nuestra mente y nuestros pensamientos. La mente es de las herramientas más útiles que tenemos en nuestro organismo. Es una gozada poder contar con la mente y con la capacidad de elección, pues eso nos lleva a existir con total plenitud y conciencia. Ahora bien, como digo, es una herramienta y no una finalidad.

Tú no eres tu mente, eres algo que está más allá de la mente. Puede que hasta el momento hayas pensado que sí, que eres la mente (el famoso cogito ergo sum de Descartes), pero no… no lo eres. Es, como te digo, una maravillosa herramienta que te ayuda a vivir y que con ella puedes indagar en las profundidades de tu ser, pero solo eso: una herramienta.

Pero volvamos al asunto del epígrafe. Fíjate en tus pensamientos y podrás encontrar varias cosas: Lo primero es lo cambiante que es tu mente. Empiezas a pensar que tienes que comprar algo, arroz mismo, y de repente te viene la imagen de unos dibujos animados cuyo protagonista comía arroz, de ahí te acuerdas que veías esos dibujos de pequeño, con unos cinco años, e ibas a parvularios donde te sentabas con un niño que era muy travieso y un día te dijo algo que te molestó y te sentiste fatal… igual que antes de ayer, cuando tu jefe te dijo que tu trabajo necesitaba mejoras…

¿A que te suena esa concatenación a simple vista imposible –y puede hasta que absurda- de pensamientos? Tus propios pensamientos van mutando a cada instante. Empiezas pensando en una cosa tonta y te puede llevar a un momento muy amargo de tu vida… o pensar en lo más triste del mundo y de repente estar riéndote como un descosido… O bien empiezas con un mismo pensamiento que va tomando diferentes matices, contextos, elementos.

Y tú te estás identificando con todos esos cambios. Tus emociones, tu concepto de ti mismo va cambiando conforme al pensamiento. Total: una locura. Así pues, ¿por qué hacerle caso a todos y cada uno de esos pensamientos que van y vienen?

Cuando te descubras enredado en algún pensamiento que te genera tensión, malestar, tristeza, acuérdate de volverte consciente del mismo y de observarlo. Verás lo pronto que dicho pensamiento se relativiza. Sea lo que sea lo que pienses, se vuelve más relativo, te afecta mucho menos e, incluso, se convierte en una reverenda tontería.

 

De manera general, podemos decir que existen tres tipos de meditación: la meditación con forma o punto de apoyo (yo también lo llamo “ancla”), saguna, la meditación sin forma o punto de apoyo, nirguna y la meditación híbrida entre ambas, que empieza con un punto de apoyo, pero luego avanza a hacia la meditación sin punto de apoyo.

El punto de apoyo es un objeto donde la mente se centra. Puede ser un objeto físico (la llama de una vela, un dibujo concreto, un mantra…) o un objeto mental (la imagen de un símbolo, la recitación interna, etc.)

La meditación con objeto: saguna

Esta meditación requiere un punto de apoyo, en el cual la mente se focaliza de forma continua para así llegar al estado meditativo. El punto de apoyo puede ser tanto interno como externo.

Los puntos de apoyo externos son físicos y pueden ser muy variados: la llama de una vela, la punta de la nariz, el símbolo del OM, un mantra, una imagen. En muchas tradiciones se utilizan, por ejemplo, las imágenes y retratos de maestros iluminados, como puede ser Jesucristo, Krishna, alguna virgen, algún gurú… Sin embargo, otros nos dicen que el punto de apoyo debe ser emocionalmente neutro (algo que no signifique nada especial para nosotros, como pueda ser un simple punto en la pared). En realidad, yo creo que depende un poco del punto de vista y del sistema de creencias que se tenga. Para aquellos que usan una deidad como apoyo, en realidad así lo deciden porque buscan la identificación con dicha deidad, alcanzando así el estado iluminado. Otros, quizás más racionales, no buscan identificarse con nada ni nadie, sino simplemente alcanzar el estado de yoga.

Por otro lado, los puntos de apoyo internos son aquellos para los que no necesitamos estímulos sensoriales. Si te fijas bien, los apoyos externos requieren de un estímulo exterior a nosotros en el que nos apoyamos, con la vista, fijándonos en una imagen, con el oído, recitando un mantra… Pero también podemos retrotraer los sentidos y depositar nuestra atención en algún fenómeno interno. El más famoso puede que sea el que propone la meditación vipassana, que se ancla en la respiración (y en algún punto de esta). También podemos mirar el entrecejo, con los ojos cerrados (es decir, colocar los ojos en posición como si miráramos en ese punto). Visualizar algún símbolo o imagen… etc.

La meditación sin objeto: nirguna

Es la meditación sin forma, en la que nos convertimos en meros espectadores. No existe punto de apoyo ni anclaje, solo se es conciencia testigo. Muy empleada en la meditación zen, con ella simplemente debemos no-hacer sino observar.

Ambos tipos de meditación tienen simpatizantes y detractores: algunos dicen que la meditación pura es la que no usa forma o punto de apoyo, otros dicen que esta meditación puede ser prácticamente inalcanzable para aquellos cuya mente nunca ha sido disciplinada. Otros, sin embargo, ven una evolución de una meditación a otra: podemos comenzar con la meditación con forma y a medida que disciplinamos nuestra mente y desarrollamos nuestra conciencia, pasaríamos a la meditación sin forma o punto de apoyo.

La meditación mixta

Esta meditación comienza como una meditación Saguna, en la que la mente se apoya en un objeto de concentración. A medida que la mente se encuentra contemplando este objeto, comienza a expandirse y el objeto deja de tener importancia y «desaparece» de manera que la mente entra en estado de meditación sin objeto solo con la propia contemplación.

¿Puedo empezar ya a meditar?

Bueno, sí… claro… como poder puedes empezar ahora mismo a meditar del mismo modo que si me preguntas que si puedes correr los 100 metros lisos ahora mismo después de 40 años (y tienes 40) sin hacer deporte pues te diría que bueno, que como intentarlo, lo puedes intentar… ahora que lo consigas ya es harina de otro costal.

Cuando vemos a alguien meditando con esa media sonrisita en su rostro dibujada, esa actitud placentera, pacífica, en un estado de paz más que obvio, damos por hecho de que también nosotros, en el momento que nos sentemos, llegaremos en un instante a ese estado de serenidad, armonía, confort, paz, relajación…

Luego resulta que te sientas y lo más cercano a la paz interior viene cuando, por fin, te levantas del dichoso asiento y puedes estirar las piernas.

Y es que, lejos, muy lejos, de lo que pueda parecer, meditar en realidad requiere muchísima práctica, disciplina, ejercicio, constancia, paciencia, etc. Por eso, vamos a ir resolviendo algunas dudas que son las que suelen surgir cuando queremos empezar a meditar.

Cuál es la mejor postura para meditar

La mejor postura para meditar es aquella que sea cómoda y estable. Ya está. Olvídate de tener que ponerte los pies sobre la cabeza, de tener que hacer piruetas, de soportar durante eones de tiempo un dolor indecible en la pelvis o las rodillas, porque si no, entonces, no vale la meditación. Para nada. La postura que decidas debe tener solo esas dos cualidades, y si es haciendo el pino-puente, pues nada, tú meditas haciendo el pino puente.

Aunque sí que existen tradicionalmente algunas posturas un poco más… adecuadas. Por ejemplo, las posturas sedentes, aunque seguramente, si nunca has practicado postras sentadas, lo primero que te sucederá en el momento en que te sientes es que te darás cuenta de que casi todo el cuerpo te duele: los empeines te duelen, las rodillas te duelen, la pelvis te duele, la espalda te duele, los hombros te duelen, el culo te duele. Todo te tira y te molesta y enseguida ya empiezas a desesperarte un poco porque acabas de empezar y resulta que ya estás deseando levantarte.

Y es que es importante empezar poco a poco a acostumbrar al cuerpo a la posición sentada. En este vídeo, puedes encontrar instrucciones sobre qué posturas puedes hacer para meditar.

¿Es mejor meditar sentado o acostados?

Volvemos a partir de las dos cualidades que tiene que tener una postura: comodidad y estabilidad. A partir de aquí, la respuesta rápida podría ser «pues las dos», pero es cierto que hay grandes diferencias entre ambas, aunque ninguna es mejor que la otra.

Por ejemplo, si lo que tienes que hacer es un Yoga Nidra, la postura adecuada es la acostada (lo cual no significa que en posición sedente no puedas hacer una práctica de Yoga Nidra), puesto que las técnicas que engloban este sistema van a requerir disminuir considerablemente la acción muscular.

Pero si lo que estamos haciendo es una meditación con un objeto, por ejemplo, quizás el tumbarnos nos lleve a caer en el sueño y esto nos haga dormirnos (que no debe suceder cuando meditamos) y créeme que es muuuy fácil sucumbir al sueño.

Sin embargo, a veces podemos ir cambiando y esto va a depender de cómo nos sintamos. Por ejemplo, si sientes demasiadas molestias o dolor en una posición sentada, pues quizás sea mejor acostarte (pero no en la cama, mejor en el suelo, sobre una manta o una estera) porque al final no vas a poder meditar al estar pendiente de tus sensaciones. Y si, por ejemplo, tienes la mente con demasiado ruido, muy ajetreada, sin duda una postura tumbada va a ayudarte a apaciguar la mente y los pensamientos.

En definitiva, se trata de valorar cómo te encuentras y qué tipo de meditación vas a hacer.

¿Qué se siente cuando se está meditando?

Lo que se siente cuando estás meditando suele pasar por muy diversas fases. Por ejemplo, una de las cosas que primero se sienten es la sensación de que hay miles de millones de cosas más importantes que hacer.

¿Te acuerdas cuando tenías que estudiar para algún examen que estaba a la vuelta de la esquina, y que de repente te fijabas en lo desordenadísimo que tenías el cajón de tu mesa donde guardabas todos los cachibaches que en realidad casi que no servían para nada? ¿Recuerdas lo importante que se volvía en ese momento tener que ordenar el cajón? Pues pasa más o menos igual al principio… Todo te parece más importante que meditar. Es un pulso entre tu mente y tú.

Tu mente te recordará la de miles de cosas urgentísimas que tienes que hacer en vez de estar ahí sentado, y en alguna ocasión seguramente ganará el pulso… no obstante, la constancia te llevará a que cada vez el pulso vaya más hacia tu favor.  Una buena manera de adquirir las cualidades necesarias para una “sentada” (así llamamos al sentarnos a meditar) puede ser con la práctica del Yoga.

También suele ser muy habitual al principio sentir dolor en diferentes partes del cuerpo, o algo muy muy común es la sensación de que hay bichitos en alguna parte de tu cuerpo: una hormiguita que sube, una araña… Es sorprendente porque enseguida descubres que no hay nada… son las trampas de la mente.

Pero cuando ya has pasado esa fase previa, las sensaciones son totalmente diferentes. Más profundas, sutiles. Sentir que tu cuerpo se expande, perder las sensaciones de tus fronteras, percibir calor intenso… todas ellas tienen que ver con las experiencias de profundidad.

¿Qué tipo de meditación me vendría mejor a mí?

Este punto es difícil de resolver, ya que se trata de algo bastante personal. Una técnica meditativa puede ser útil para una persona, y otra no encontrarse cómoda en ella. Para averiguar qué técnica puede ser útil para ti, creo que tienes que empezar a explorar con las que vas conociendo y que te van atrayendo de algún modo. Puede que te sientas cómodo en la meditación vipassana, o puede que prefieras algo con orientación tántrica. Puede ser que explores el Zen y encuentres ahí tu camino, o que de repente la Contemplación cristiana sea para ti tu sustento espiritual. En fin, se trata de convertirse en un explorador de las diferentes técnicas y encontrar la que mejor se adecúe a ti.

¿Cómo meditar en casa?

Al igual que te explicaba sobre cómo adoptar una rutina de yoga en casa, con el caso de la meditación sucede practicamente igual. Es importante que crees un ambiente adecuado de meditación. Puede ser, sencillamente, dedicando un espacio especial en tu casa (o en el lugar donde quieras meditar) para la meditación. Y esto tiene un sentido muy amplio. Por ejemplo, puedes convertir tu escritorio en un altar improvisado colocando incienso, velitas, etc.

Es importante que recrees un ambiente determinado. Que el lugar esté limpio, recogido, que nada te interrumpa… de esa manera podrás ir condicionándote para comprender que es un momento para ti y solo para ti.

¿Qué se necesita para meditar?

Normalmente, dependiendo del tipo de postura que hayamos elegido, necesitaremos ciertos elementos. Todos son opcionales (pues dependerá de nuestras necesidades) pero a modo orientativo, realmente son elementos que pueden facilitarnos el estar en una postura de meditación. Por ejemplo:

  • Una manta. Meditar suele dar frío (a no ser que haga calor y sea verano). Baja la temperatura del cuerpo por lo que tener una manta grande y cómoda puede ser tu gran aliada. Ten en cuenta que las mantas para meditar tienen unas medidas especiales, ya que con ellas te puedes envolver el cuerpo y apoyar las manos.
  • Un apoyo para sentarse. Es decir, un zafú, o un bolster, o un par de mantas, o incluso un ladrillo. Se trata de un elemento que nos ayude a mantener una posición correcta cuando estamos sentados. Va a depender de nuestras necesidades lo que elijamos. Un zafu siempre es un gran acierto (aunque tendremos que observar el tamaño del mismo, que dependerá de la flexibilidad de nuestra pelvis. Un Bolster es comodísimo de transportar (si son los pequeños). Las dos mantas son totalmente versátiles y el ladrillo es súper ligero y fácil de transportar y nos hace el avío.

Si te interesa ver algunos ejemplos, puedes entrar en el Escaparate de Amazon y echar un vistazo.

La práctica del Yoga para meditar

Practicar el Hatha Yoga en este caso nos va a facilitar la meditación. Lo primero que te recomendaría, antes de empezar de lleno una práctica meditativa, es que practicaras Yoga Físico, porque con él conseguirás primero flexibilizar y fortalecer tu cuerpo y tus músculos, equilibrar pequeñas desalineaciones y mejorar tu postura corporal; segundo porque también te va a enseñar a disciplinar tu propia mente, a mejorar la concentración, la conciencia, la observación, a cultivar la paciencia, el respeto por uno mismo y por los demás, a regular tu respiración, a mejorar tu capacidad pulmonar, a armonizar todos tus sistemas… Después continuar con la práctica de Pranayama y, finalmente, practicar la concentración y la meditación.

Yo, personalmente, creo que el paso previo para meditar es comenzar a contactar con los primeros eslabones del Yoga, porque es la manera en la que luego voy a poder imbuirme realmente en el estado meditativo. A través de la presencia de mi cuerpo, de la conexión con él, podré explorar los confines de la mente y de la conciencia, podré estar presente y habré aprendido a gestionar aquellos obstáculos que puedan ir apareciendo.

Muchas personas han venido a clase, simplemente porque le interesaba la meditación. En multitud de ocasiones, al preguntarles si han practicado yoga o alguna disciplina similar me dicen que no, que hacen deporte –o no- pero que en realidad eso de “estirarse” no les interesa demasiado. Aunque suelo avisarles  de que es el momento más difícil (tanto para el cuerpo, que en general está bastante desalineado, como para la mente, que en general quiere ir de un lado a otro) y que es más conveniente practicar previamente, suelen estar convencidos de que eso es imposible e insisten en venir. El resultado, por lo general, es primero observar sus caras de dolor y su desasosiego, y segundo no volverlos a ver más.

Meditaciones guiadas en YouTube

Y para finalizar, a continuación te dejo meditaciones y prácticas meditativas que puedes encontrar en el canal de YouTube que te pueden orientar. No obstante, en el canal voy subiendo muchas más meditaciones para que puedas elegir la que más te convenga.

Yoga Nidra: meditación guiada

En este listado encontrarás todos los vídeos donde se trabaja la meditación en Yoga Nidra, no obstante, tienes un completísimo artículo en el Blog donde te explico esta técnica de Yoga.

Antar Mouna: El silencio Interior

Las meditaciones de antar mouna nos enseñan a conectar con nuestro silencio profundo para descubrir nuestra verdadera realidad. Puedes aprender más acerca de esta técnica en este completísimo artículo

Meditación guiada de 15 minutos

Esta meditación podemos hacerlo por la mañana, al despertar o bien por la noche, antes de dormir. Una meditación donde la luz y la oscuridad nos ayudará a calmar la mente y a entrar en un sueño profundo.

Meditación guiada para el cuerpo

En esta meditación guiada observamos el cuerpo y lo honramos.

Relajación guiada en YouTube

También puedes encontrar algunas relajaciones guiadas que te ayuden a aprender a encontrar la calma y la relajación, necesarias para la meditación.

Meditaciones cortas y breves

Son meditaciones que pueden abarcar desde un minuto hasta toda una vida. En este caso, podemos atender el Vijñana Bhairav Tantra, donde encontrarás muchas meditaciones en el blog.

Cursos de Yoga y Meditación en la Escuela

Para finalizar, te invito a que entres en mi escuela Creando Yoga donde encontrarás, entre otros, este curso completo con la técnica de Antar Mouna.

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